domingo, 30 de octubre de 2011

LLEGA LA NOCHE

Señor: si Tú me dejas me moriré contigo
pisando largamente la tierra en que te aguardo.
Me iré entre los jirones de esta divina herida
por la que, a borbotones, nos vamos desangrando.

Nada, nada me queda. Apenas sobre el cuerpo
tengo un poco de vida, si es que el vivir es algo,
y mis ojos se abren a tu celeste brillo
donde, como en un agua, te siento reflejado.

¡Qué rojo estás Dios mío! Dentro de mí te siento
como una savia ardiente, como un inmenso pájaro;
como si atardeciere por Ti voy hacia todo,
me pierdo en esa sangre celeste de tu ocaso.

Morir, morir… Acércate. La noche nos apresa
con su espesa dulzura tendida sobre el campo.
Señor: nos hemos muerto sobre la tierra negra.

Señor: ya eternamente nos hemos acabado.


José Luis Hidalgo, Los muertos.

sábado, 29 de octubre de 2011

PRECIO DE LA VERDAD


... versos finales de
PRECIO DE LA VERDAD


.
.
.

Es necesario haberse entendido con la malhechora verdad
que nos asalta en plena noche y nos devela de pronto y nos roba
hasta el último céntimo. Haber mendigado después largos días
por los barrios más bajos de uno mismo, sin esperanza de recuperar lo perdido,
y al fin, desposeídos, haber continuado el camino sincero y entrado en la noche
          absoluta con valor todavía.

Carlos Bousoño, Oda a la ceniza

viernes, 28 de octubre de 2011

ANGUSTIA

La angustia nos domina como un dueño
que aceptas sis querer. Si te rebelas,
amenaza con el látigo de las lágrimas.

Profunda, delicada, sensitiva,
por médanos sin júbilos se extiende
o disecados ríos de alegría.

Concitemos valor y descendamos
al foso donde muera o se desangre
esa angustia que ronda las pisadas.

Liberados de la pena, resurrectos,
de maldiciones libres, sólo vivos,
subamos a la almena que ilumina.


Concha Zardoya, No llega a ser ceniza lo que arde.

jueves, 27 de octubre de 2011

NUNCA PODRÁS, DOLOR, ACORRALARME


Nunca podrás, dolor, acorralarme.
Podrás alzar mis ojos hacia el llanto,
secar mi lengua, amordazar mi canto,
sajar mi corazón y desguazarme.

Podrás entre tus rejas encerrarme,
destruir los castillos que levanto,
ungir todas mis horas con tu espanto.
Pero nunca podrás acobardarme.

Puedo amar en el potro de tortura.
Puedo reír cosido por tus lanzas.
Puedo ver en la oscura noche oscura.

Llego, dolor, a donde tú no alcanzas.
Yo decido mi sangre y su espesura.
Yo soy el dueño de mis esperanzas.

José Luís Martín Descalzo, El testamento del pájaro solitario.

miércoles, 26 de octubre de 2011

LA NUEVA MIRADA



Dame la mano, sufrimiento, dolor, mi viejo amigo.
Dame la mano una vez más y sé otra vez mi compañero,
como lo fuiste tantas veces en el oscuro atardecer.
Cruzaban las gaviotas sobre el cielo,
se ennegrecía el mar con la tormenta próxima.
Dame la mano una vez más, pues ahora sé
lo que entonces no supe. Sé recibirte sin rencor
ni reproche. Acepto tu visita oscura.

Es en mis ojos, sufrimiento, dolor,
donde laboras tu más fino quehacer,
donde ejercitas tu destreza, tu habilidadde orfebre
sin par. Allí
depositas al fin tu redención, pones como sobre un altar,
con delicadeza extremada,
tu hechura exquisita, y alzas, en medio de la noche, el milagro
lentamente a los cielos, la joya finísima,
el espectáculo de oro,
trabajado sin prisa, acumulada realidad que acomodas después
a mi nueva mirada.
Y es así como ahora, tras tu trabajo en la honda cueva,
en la recóndita guarida donde yo padecí tu febril creación,
es así como ahora
puedo mirar,
tras el mundo habitual, un mundo ardiente.

Arden las llamas de color tras el gris habitual,
tras de la oscuridad se encarniza la luz, se redondea el rosa,
esplende el animado carmín,
y todavía más allá, tras la trascendida apariencia, se ve
de otro modo, trasparentándose hacia una eternidad,
un país nuevo.
Un país nuevo, inmóvil en la luz,
tras de la oscuridad de mi agitada noche.


Carlos Bousoño, Las monedas contra la losa.

martes, 25 de octubre de 2011

DOLOR DE HOMBRE


La tristeza es arena de desierto,
sombra de soledad, sombra del aire,
larga ausencia de Dios que nos circula
por el llanto olvidado de la sangre.

Todo está triste hoy y es un desierto
mi corazón, que apenas si es de alguien;
todo está triste, sí, todo está triste
en esta inmensa y desolada tarde.

Madera de ataúd es lo que crece
en esta primavera de los árboles,
mientras proyecta el cielo largamente

su soledad vastísima en mi carne,
en mi alma sin dueño, en esta pena
que me crece y me crece interminable.

Rafael Morales, El corazón y la tierra.

lunes, 24 de octubre de 2011

EL RUIDO DE LAS RAMAS SE CONFUNDE


El ruido de las ramas se confunde
con el de la memoria.

Los mismo que estas hojas
heridas por un solo como el de agosto
hoy
cuando empieza noviembre
un cortejo de cuerpos y no cuerpos
días y no días
balian
y hermanos que aparecen en los sueños
como anuncio secreto de un tiempo
no vivido.

Para nada de todo lo que dije
- y que no tuvo nombre
porque no fue aprendido
con el ritmo punzante
y sosegado
con que mastica el alma -
tendrá sitio hoy aquí
donde un viento más fuerte
dispone el escenario de la contemplación.

Cae
como hueso mordido
lo que no tuvo fruto.

Una vida comienza.


Ada  Salas, Esto no es el silencio

domingo, 23 de octubre de 2011

OSCURO OBOE DE BRUMA, CÓMO SEPULTA EL MAR

Oscuro oboe de bruma, cómo sepulta el mar
tu solemne sonido que despierta a los muertos.
Aquí, en esta ladera que cubre el olivar,
sangre y labio repiten musicales conciertos.
La ladera y sus soles que maduran los vinos,
la tensión del azul volcado de los cielos,
armonía y vacío en espacios divinos,
horror al más allá tras las costas de Delos.
Perdición, extravío de las horas oscuras
del corazón que sueña, en la luz, otros mundos,
mientras la boca va desgranando las puras
notas de arte mortal en los hondos, inmundos
socavones del mal. Pues ¿por qué se da guerra
junto al amor y por qué la voz de la ebriedad
y el dolor infinito van girando en la tierra?
Un año más se funden misterio y soledad.
Y, sin embargo, tú, estrella de la tarde,
ves llegar el final, los bordes del ocaso.
¿Qué secretos oculta este cosmos que arde
en la muerte y qué nos reserva el ocaso?
Mas, en el hondo instante, la música revela
la inmensidad del orbe, la dimensión del ser.

Un aroma de azahar la angustia nos desvela.
Horror y sed de dioses tras otro atardecer.
Oscuro oboe de bruma, entreabre las venas
del mundo en esta paz y arrasa  la Historia.
Vida y muerte se acercan como olas serenas
al corazón que ahuyenta, soñando, la memoria.

Antonio Colinas. Noche más allá de la noche.

sábado, 22 de octubre de 2011

MONSTRUOS


Todos los días rezo esta oración
al levantarme:

Oh Dios,
no me atormentes más.
Dime qué significan
estos espantos que me rodean.
Cercado estoy de monstruos
que mudamente me preguntan,
igual, igual, que yo les interrogo a ellos.
Que tal vez te preguntan,
lo mismo que yo en vano perturbo
el silencio de tu invariable noche
con mi desgarradora interrogación.
Bajo la penumbra de las estrellas
y bajo la terrible tiniebla de la luz solar,
me acechan ojos enemigos,
formas grotescas que me vigilan,
colores hirientes lazos me están tendiendo:
¡son monstruos,
estoy cercado de monstruos!

No me devoran.
Devoran mi reposo anhelado,
me hacen ser una angustia que se desarrolla a sí misma,
me hacen hombre,
monstruo entre monstruos.

No, ninguno tan horrible
como este Dámaso frenético,
como este amarillo ciempiés que hacia ti clama con todos sus tentáculos enloquecidos,
como esta bestia inmediata
transfundida en una angustia fluyente;
no, ninguno tan monstruoso
como esa alimaña que brama hacia ti,
como esa desgarrada incógnita
que ahora te increpa con gemidos articulados,
que ahora te dice:
«Oh Dios,
no me atormentes más,
dime qué significan
estos monstruos que me rodean
y este espanto íntimo que hacia ti gime en la noche.»

Dámaso Alonso, Hijos de la ira.

viernes, 21 de octubre de 2011

ÍMPETU


Mas no todo ha de ser ruina y vacío.
No todo desescombro ni deshielo.
Encima de este hombro llevo el cielo,
y encima de este otro, un ancho río

de entusiasmo. Y, en medio, el cuerpo mío,
árbol de luz gritando desde el suelo.
Y, entre raíz mortal, fronda de anhelo,
mi corazón en pie, rayo sombrío.

Sólo el ansia me vence. Pero avanzo
sin dudar, sobre abismos infinitos,
con la mano tendida: si no alcanzo

con la mano, ¡ya alcanzaré con gritos!
y sigo, siempre, en pie, y así, me lanzo
al mar, desde una fronda de apetitos.

Blas de Otero. Ángel fieramente humano.

jueves, 20 de octubre de 2011

TIMBRE


[... son los versos finales del poema]

A veces, como lobos
famélicos, las voces nos sorprenden,
muerden en soledad y nos dispersan
los casi reunidos sentimientos.
Los timbres afilados
punzan en las membranas y algo turbio,
un flagelo que irrita, nos confunde
con los objetos del camino.
                                          Vibran
los andamiajes, los puentes en lo vivo
del ánimo que cruzan, y esa torre
sin sombra que habitamos un instante
teme por sus cimientos, como cuando
al pie pasan los rápidos nocturnos.

Carlos Barral. Metropolitano

miércoles, 19 de octubre de 2011

HOMENAJE


Homenaje

                                    ¡Homenaje a la montaña de Ormuzd,
                         de donde descienden las aguas a la tierra!
                                                   ¡Homenaje a mi propia alma!
                                                                              ZEND-AVESTA

Mi alma es la ventana donde muero.
Mi alma es una danza maniatada.

Mi alma es un paisaje con murallas.
Mi alma es un jardín ensangrentado.

Mi alma es un desierto entre la niebla.
Mi alma es una orquesta de topacios.

Mi alma es una rueda sin reposo.
Mi alma son mis labios que se abren.

Mi alma es una torre en una playa.
Mi alma es un rebaño de suplicios.

Mi alma es una nube que se aleja.
Mi alma es mi dolor, mío, por siempre.

Mi alma es el naranjo azul que arde.
Mi alma es la paloma enajenada.

Mi alma es una barca que regresa.
Mi alma es un collar de vidrio y llanto.

Mi alma es esta sed que me devora.
Mi alma es una raza desolada.

Mi alma es este oro en que florezco.
Mi alma es el paisaje que me mira.

Mi alma es este pájaro que tiembla.
Mi alma es un océano de sangre.

Mi alma es una virgen que me abraza.
Mi alma son sus pechos como astros.

Mi alma es un paisaje con columnas.
Mi alma es un incendio donde nieva.

Mi alma es este mundo en que resido.
Mi alma es un gran grito ante el abismo.

Mi alma es este canto arrodillado.
Mi alma es un nocturno y hay un río.

Mi alma es un almendro de oro blanco.
Mi alma es una fuente enamorada.

Mi alma es cada instante cuando muere.
Mi alma es la ciudad de las ciudades.

Mi alma es un rumor de acacias rosas.
Mi alma es un molino transparente.

Mi alma es este éxtasis que canta
golpeado por armas infinitas.


Juan Eduardo Cirlot, Canto a la vida muerta

martes, 18 de octubre de 2011

HABITANTE EN LUZ

Habitante en luz,
sentir sus embentidas
por los alrededores tibios
de las formas precisas,
sembradas al voleo.Vienen creciendo
hasta mis labios de no se qué venero.
Miedo me da de alzar los hombros
para no romper su transparencia.

Entre la hierba azul
corren verdes mansos hilos de agua
hacia no sé que ternura de no ser.

Todo me está diciendo: estás.

En el fondo del aire
espera una forma posible
de la muerte,
virgen para tus ojos que preguntan,
oh viajero en la luz,
de paso hacia la nada.

Eugenio Padorno, Habitante de la luz.

lunes, 17 de octubre de 2011

LA SIMA

A la orilla el abismo sin figura ensordece
mis voces. No, no llamo a nadie.
Mis ojos no penetran sordamente esas sombras.
¡Oh el abisal silencio que me absorbe!¿Quién llama?
¿Quién me pide mi vida? Una vida sin amor sólo ofrezco.
¿Qué tristes aullidos deletrean
mi humano nombre? ¿Quién me quiere en las sombras?
Heladas aguas crudas, pesadamente negras,
o un vapor, un aliento fuliginoso y largo.
¿Quién sois? No sois ojos hermosos fulgurando un deseo,
una pasión hondísima desde el fondo insondable;
no sois sed de mi vida, llama, lengua que alcanza
con su cúspide cierta mi desnudo anhelante.

Inmensa boca oscura, abismático enigma,
fondo del mundo, cierto torcedor de mi vida.

Vicente Aleixandre. Nacimiento último.

domingo, 16 de octubre de 2011

UN HOMBRE SOY DE TIERRA...

Un hombre soy de tierra y Dios no llueve.


Último verso de

ANTONIO ALCÁNTARA, del poema "Oración" de su libro La mitad del tiempo

sábado, 15 de octubre de 2011

OLVIDABA EL DOLOR Y SALÍA LA NOCHE

Olvidaba el dolor y salía la noche.
Alcor, Mizar, estrellas clavadas en los huesos,
guijarros dela luz en sombrías praderas,
los infinitos hielos destrozados flotando
en el inmenso mar de la más negra pez.
¿Y yo quién soy?, pregunta en el centro del Todo
un cuerpo que recuerda a la nada, materia
deforme en el curso de un dolor que corrompe.
Estrellas, mis estrellas, invisible fluido
conduce hacia vosotras mi música y la vuestra
en mis venas revierte en fogosa crecida.
Quiere el hombre subir allá arriba a  la roca
de su dolor, lanzar desesperada flecha
al mismo corazón de lo oscuro remoto,
grita en lo alto de un monte y ve cómo le caen
en el rostro los bosques petrificados, lluvias
de piedras negras, luces como cardos u ortigas.
Estrellas, mis estrellas, tantas vidas están
partidas, trituradas en vosotros; sois polvo
disperso entre la nada y el vacío, o acaso
añicos de un espejo en el que un dios se miró.

Aún así se os siente como una inmensa marca
de intensísima música, sonido que nos hiere
y al herir dulcifica misterioso al ser
que se siente una parte del infinito cosmos.
Por eso la pregunta del hombre ¿Y yo quién soy?
con la noche profunda se funde, es palabra
arrojada y perdida en un pozo de música.


ANTONIO COLINAS, Noche más allá de la noche.

viernes, 14 de octubre de 2011

PORQUE EL HOMBRE ES EL SUEÑO DE UNA CLARIDAD

...
porque el hombre es el sueño de una claridad.

Verso final del poema "Pronto será ya día" de Jaime Siles, en su libro Alegoría.

EL SOLITARIO


Una ciudad vacía
es una pesadilla apasionante igual que un rostro
sin persona detrás o máscara en desuso
porque calles y plazas y anuncios luminosos
y edificios y ruidos
son aspectos son signos que expresan la ciudad:
la auténtica colmena son los hombres.

Llega la noche urbana y poco a poco
desaparecen los últimos transeúntes
pero siguen ahí se oye su aliento
y el solitario puede entonces suprimir las fachadas
y ver sueños y anhelos y proyectos
y analizar las partes del retablo.

Todo cobra sentido: ropa tendida o flores
hablan de la rutina de tal o cual familia
de inmigrantes alegres en construcciones fúnebres
mientras el poderío del dinero
brilla en los centelleantes edificios metálicos
y el tedio hunde sus manos en el sueño
de los infortunados de los barrios-jardín.

Si se abre una cortina
o se atraviesa un lienzo de pared
pueden reconocerse las ventas aplazadas
en el abrazo de parejas sórdidas
y cuando los kilovatios dejan de gritar
aparecen los artículos del código civil
o reglamentaciones y fracasos
en cortinas y antenas: y los vicios y las normas
la historia entera y el futuro
de la ciudad están entre las páginas
del libro que angustiado deshoja el solitario.


José Agustín Goytisolo, Taller de arquitectura.

jueves, 13 de octubre de 2011

UN HOMBRE DE TIERRA SOY...

Un hombre soy de tierra y Dios no llueve.


Último verso de

ANTONIO ALCÁNTARA, del poema "Oración" de su libro La mitad del tiempo

HE ENTENDIDO POR FIN

He entendido por fin
que escribir es amar
sin amor que te bese.
Comprendo que la luz
solamente se enciende
cuando se va apagando.
He entendido que el sueño
es a la vida
como el misterio
al rito.
Y, por eso, he aceptado
que no hay que buscar temas
para hablar
sino dejar que hablen
nuestras sombras.

Antonio Hernández, Homo loquens

miércoles, 12 de octubre de 2011

COMO UNA LLUVIA ANTIGUA


Como una nube turbia corrompiéndose
en lentas gotas de barro o de melancolia
como una lluvia antigua
que empapa hasta a los muertos más mezquinos
así el tedio resbala por los muros
forma charcos groseros en las calles
penetra en las iglesias y en los cines
y se filtra en las casas con su olor a desastre.

Un aire de fastidio y de humedad entonces
se apodera de gestos y palabras
se cuelga de los trajes
preside los encuentros de família
viaja en los sucios autobuses
y envuelve la tristísima cíudad desconfiada.

Ah testigo implacable de las horas vacías
aburrimiento enorme que no ocultan
ni la música ambígua de las salas de fiesta
ni el clamor del estadio
ni el tintineo y charla de las mesas de bar.

Y en medio de una edad de hastío y podredumbre
de espera y rabia oculta
tan solo algunos ninos se divierten
jugando a destruirse por buhardillas de sueno
mientras que afuera sigue
esa lluvia cayendo desconsoladamente
sobre la piel de un mundo en bancarrota.

José Agustín Goytisolo, Taller de arquitectura.

lunes, 10 de octubre de 2011

LUGAR DE LA PALABRA. II

      Comienza
paradójicamente, desde una carencia del lenguaje la escritura poética. Lo mismo
que es mayor nuestro amor su está ausente la amada,
crece el deseo de contemplar la imagen
de lo vivido alguna vez. La emoción crea un orden
artificial como cuanto se ordena; mas
como el caos del mundo, no es arbitrario su corazón,
ni estéril.
Igual que en el amor todo canto es zozobra, las palabras,
- instrumentos heridos por  los sueños - descienden
sobre ti, llenas de incertidumbre y gozo.
                                                    Empapadas de historia
no eluden su pasado, se entregan
al incierto ejercicio de perseguir las huellas
de lo aún no creado. Pasean los jardines
abanicos de luz. Ved cómo 
una mala sintaxis del color, o un uso
gramaticalmente torpe de la luz,
pueden crear instantes 
en los que se refleja no otra cosa que el tiempo,
la eternidad de un espacio efímero: tropel de imágenes
que de la muerte nacen.
                                            Así en los estiajes
la sordidez y la vileza de nuestra vida afloran
igual que en los residuos de la luz
tienen origen la noche.
Describen con su cuerpo de bronce los vencejos
un desigual rumor en la memoria; la rapidez y la delicadeza
de acercarse al paisaje o beber en los ríos
de pulsar las distancias y tensar el espacio, crean
una forma distinta de contemplar la tarde; su ejercicio simbólico
construye, igual que las palabras que evocan el pasado
un deformado uso del idioma, la sensación
de habitar una vida y un destino distintos.

Instante excelso el de la luz
en el que las palabras, contaminadas de belleza, se imantan
como cuerpos amándose.


Diego Jesús Jiménez.
Antologado por JUAN JOSÉ LINZ en Antología de la poesía española. 1960-1975.









JUEGOS PARA APLAZAR LA MUERTE

Descubrir en otro
la palabra precisa,
la desolada materia del sueño,
inmóvil, fija sobre el papel.
Palabra que nombra fantasmas
pero también llamaradas de vida
y -al fondo - el eco del mar,
su perdurable presencia momentánea,
olas y horas, sílabas y símbolos.
Todo lo que  nos queda, todo y nada:
juegos para aplazar la muerte.


Juan Luis Panero.
Poema antologado en Antología de la poesía española. 1960-1975
por Juan José Lanz.

HABRÍA QUE ESCRIBIR SIN PARA QUÉ, SIN PARA QUIEN

Había que escribir sin para qué, sin para quién.
El cuerpo se acuerda de un amor como encender la lámpara.

 Alejandra Pizarnik

EN EL MAR MUERTO


En el mar muerto

Llegar a este confín donde madura
la invisibilidad
y conocer la dimensión extrema
de ser.

El desierto sajado nos abre
su alma de cal,
esa gran esmeralda temblorosa
de un mar que reverbera
y que va ascendiendo como fuego
hasta un cielo inflamado.
                           Unas piedras
sublimes por vencidas, los restos
de un pavoroso incendio.
(Hoy sólo arde ya le fuego blanco
de la luz.)

Un bulto (creo que es una mujer),
acaso está orando bajo el sol desmedido,
inclina derrotada
                           en una piedra
su cabeza de piedra
y pone un beso negro en el lugar
de la víbora.
¿Hacia dónde estará volando su plegaria?
Constelación de lejanías.
Anulación del a memoria.
                           ¿Y el mundo?
Salitre, espesor, cristalización
de una brisa que hierve.
llamarada amarilla del barro.
Amansa la piedad estos montes que son
como bestias abiertas en canal.
El ritmo
                 envolvente
                           de la luz
acompasa mi cuerpo,
                           refluye
el abandono,
                           mana
de una fuete de labios
la plegaria sonámbula,
respira
                 en su delirio
                           la palmera,
y yo voy respirando mientras bebo
el más allá en el espacio blanco.
Más allá que está aquí, fosilizado.
¡Extremada certeza de ser!
                           ¿O de no ser?
Las rocas son mi carne.
Las piedras son mis lágrimas.
Soy tiempo que no pasa.
Éste no es mi vivir: el de los años
que estuve desviviéndome.

Y cuando intento hablar
cada palabra viene del silencio
y retorna al silencio.
Tierra y cuerpo son uno
en la luz del silencio.
Que perdure este tiempo
                           sin tiempo
que enciende en extravío infinito
la llama de una vida más plena.

Ésta es la dulce muerte del saber
que en esta luz que abrasa y va entregando
la savia de su vida
                           a nuestras vidas,
ya no existe la sed del ansiar más,
ya no existe la angustia de saber.
Acto puro
                           de la respiración
y de ser respirado por el mundo.
Frente a ese morir que hemos llamado vida,
esta calma:
                           la de un silencio verde
que asciende desde un mar
que llaman Muerto,
pero que da la Vida.

Cuerpos se bañan en la lejanía
como en vidrio molido.
Cielo abatido en el desierto,
                           mar
elevado a mis ojos.
Desierto de mis ojos entregado
en el ara del sol.
                           Oasis
del contemplar.
                           Salí, salí de mí
cuando en realidad estaba muy adentro,
sumido en un círculo,
                           y giraba
regresando a mi estrella perdida,
a mi astro olvidado.

Y en esa travesía del desierto
que es todos los desiertos,
inspirando,
                           espirando,
me pareció oír unas palabras
que gemían, acaso las del hombre
que aquí vino a sembrar luz en el fuego:
"Dejad ya de sacaros los humanos
ojo
                           por ojo,
pues podría quedarse el mundo ciego".

Sángrame, luz, muy lentamente,
                           sángrame,
hasta que sea mi luz la que en ti pierda
dulcemente la vida.
                           Y que sea la muerte
solamente una ofrenda,
solamente una ofrenda.


Antonio Colinas, Desiertos de luz.

domingo, 9 de octubre de 2011

JUNTO AL MURO


Vuelve tu rostro hacia el muro, cierra
los ojos y los labios: sólo escucha.
¿Es que no oyes la música que sana?
¿Está dentro de ti y no la sientes?
¿No sientes cómo te arrastra y te deshace
ideas y pasiones: tus heridas?
No es ella un palpitar de sangre, no es
la música que tiembla por tus nervios,
la música que suena por las venas,
el son del corazón bajo una mano.

Se trata de una música que arde
sin consumirse, que por siempre embriaga;
se trata de una música que suena
para aquel que no escucha, que le habla
a quien no habla y que muy dulcemente
le abre los ojos para siempre a aquel
que los tiene cerrados a la luz
porque se abisma en busca de otra luz.
Recógete, respira, pon las manos
y la frente encima de la piedra
y escucha el silencio, y escúchate.
¿No vas sintiendo suavemente cómo
es música secreta la que suena
fuera de ti, estando tan en ti?

Tu música y la música del mundo
son una sola música, pero hay
que arder para encenderla en tu interior,
que ser llama que escucha el vendaval.
Es música que enciende en plenitud
por siempre al que en su noche persevera.
Está dentro de ti: si das con ella
misteriosa resuena, ignota salva,
oscura te ilumina y te transforma
mientras que tú persigues cada día
músicas que jamás serán la música,
que al seguirlas te pierdes, no las oyes
aunque creas que oyes, y no saben,
aunque crean que saben, tus palabras.

Vuelve tu rostro hacia el muro, cierra
los ojos y los labios: sólo escucha.
¿Es que no oyes la música que sana?
Se trata de una música que está
dormida en tu interior, mas que despierta
con el silencio y arde muy adentro.
Si la oyeras, al fin conocerías
la alegría: el goce de ser llama.

Oirías el sonido de la luz.

Antonio Colinas, Desiertos de luz.

viernes, 7 de octubre de 2011

DESDE UN MONTE

Esta luz irreal
de agosto
y este oreo que surge, proclamando
una sola palabra
que nada afirma o niega,
¿qué son?
"Profunda ya ha venido
sobre nosotros
la alta mar del tiempo",
respondemos al sabio con sus mismas palabras.
¿Qué se consuma, qué delirio?
Pero algo es,
algo que ruge
y proclama el engaño
en nosotros, la leña de este incendio.
Una valle, unos olivos,
y, más lejos, el mar, de donde viene
el más hondo mensaje de los vientos.
Inevitable es pensar
qué es, qué son, qué somos,
esta luz agosteña,
este sopor antiguo,
esta apariencia de los firme
de los sueños.
Esta agonía de  lo mismo
en lo diverso,
de lo de siempre
en lo de nunca,
de lo que fue mil veces y aún no ha sido,
¿qué es, qué son, qué somos y qué fueron?

César Ssimón, Una noche en vela, Antología

miércoles, 5 de octubre de 2011

VACÍO


Este hermetismo de la vida
en el silencio se revela.
Hay una anulación
de todo Verbo,
y sólo se queda una ignorancia
que a todo se refiere.
No hay mundo ya en el mundo,
salvo este mundo pavoroso.
Así, los pasos se deslizan
suaves y lentos, y se acercan
a la sagrada comunión
vacía.

César Simón, Una noche en vela. Antología.

martes, 4 de octubre de 2011

El FRÍO HA CONVOCADO A LA CENIZA



El frío ha convocado a la ceniza.
No es oro amarillo que pone sobre el cielo
un rictus lívido.
Nos tirita la lengua.

Y sin embargo anduve miles de millones
para llegar aquí
y quitarme una a una la piel de los zapatos
los jirones de ropa (no, perdón, dije sombra)

hasta quedarme en hueso

en palabras que suenen
como suena la caña de los huesos
cuando silba  por ellos la verdad
de la sangre.

El frío ha convocado a la ceniza

pero insisto he venido hasta aquí
para quedarme.
Ya en otro tiempo dije no es éste
nuestro tiempo. Pero lo haremos
nuestro.
Con palabras hirientes que penetren
en él y palpiten
con él.

Prepárate por tanto para el grito.

Para que todo
suene
como suenan los cuerpos que se abren
para darle a otro cuerpo
la soledad
el blanco aburrimiento y la pasión
la plenitud la ira
el amor y la muerte.

Como suena
la lluvia

sobre el rostro llagado del desierto.


Ada Salas, Esto no es el silencio

lunes, 3 de octubre de 2011

OTROS HAN TRANSITADO ESTE DESIERTO



Otros han transitado este desierto.
A ti derecha has visto
los despojos de un hombre
calcinado de sed. A tu izquierda
dejaste
a una mujer que aún
ardía en el delirio.
De muchos
escuchaste
palabras que alentaron
tu larga travesía.
De todos
aprendiste
que no hay rumbo posible.


Puede ser que las bestias acaben con tu cuerpo
o que el miedo te coma
y pretendas
volver
como si nunca hubieras emprendido el viaje.

El final será el mismo.

Así que no lamentes
la infinita distancia
el plomo inquebrantable que dibuja el silencio
y que nunca se acerca.

Si desfalleces
mira
a los ojos del buitre.

Habrás dejado,
al menos,
razón de tus cenizas.

Ada Salas. Esto no es el silencio