tristes, como si nadie
nos esperara en el umbral del sueño.
Es destino del hombre: -caminante
que viene de una soledad y, a solas,
camina hacia otra soledad más grande.
Sólo Dios nos espera. Él sólo puede
saciar la sed de un corazón sin nadie.
Jesús Tomé, Hijo de esta tierra