domingo, 22 de junio de 2014

VOZ DE LO NEGRO

Voz de lo negro en ámbito cerrado
ahoga al hombre por dentro contra un muro
de soledad, y el sordo son oscuro
se oye del corazón parado.

Doble el silencio a muerto vivo, airado,
furioso de ser muerto prematuro,
en pie en lo negro apuñalado, puro
cadáver interior apuntalado.

Voz de la muerte enllanto estremecido
dentro del corazón cava su nido
de sierpe silenciosa, resbalada.

En pie en lo negro apuñalado, hendido.
Y el muerto sigue en él, como si nada
más que nacer hubiese sucedido.

Blas de Otero. Del libro Redoble de conciencia

miércoles, 24 de julio de 2013

NOCHES BLANCAS

Nadie aquí,
y el cuerpo dice:cuanto se diga
no debe ser dicho. Pero nadie
es un cuerpo igualmente, y lo que el cuerpo dice
nadie lo oye
sino tú.

Nevada y noche. La repetición
de un asesinato
entre los árboles. La pluma
se mueve por la tierra: ya no sabe
qué va a ocurrir, y la mano que la sostiene
ha desaparecido.

Escribe, sin embargo.
Escribe: es el principio,
entre los árboles,
un cuerpo vino caminando
desde la noche. Escribe:
la blancura del cuerpo
es del color de la tierra. Es tierra,
y la tierra escribe: todo
es del color del silencio.

Ya no estoy aquí. Nunca he dicho
lo que tú dices
que he dicho. Y, sin embargo, el cuerpo es un lugar
donde nada muere. Y cada noche,
desde el silencio de los árboles, sabes
que mi voz
viene caminando hacia ti.

PAUL ASTER, Poesías completas. Seix Barral. 2012. Pág. 85

lunes, 22 de julio de 2013

NÓMADA...

Nómada...
hasta que ningún sitio, florenciendo
en la cárcel de tu boca, se convierte
en allí donde estás:
tu leíste la fábula
escrita en la mirada
del dado: (era la
palabra-meteoro, garabateada entre nosotros
por la luz, sin embargo al final

domingo, 21 de julio de 2013

ESPERA

Y tú me dices
que tienes los pechos rendidos de esperarme,
que te duelen los ojos de estar siempre vacíos de mi cuerpo,
que has perdido hasta el tacto de tus manos
de palpar esta ausencia por el aire,
que olvidas el tamaño caliente de mi boca.

Y tú me lo dices que sabes
que me hice sangre  en las palabras de repetir tu nombre,
de lastimar mis labios con la sed de tenerte,
de darle a mi memoria, registrándola a ciegas,
una nueva manera de rescatarte en vano
desde la soledad en la que tú me gritas
que sigues esperándome.

Y tú me lo dices que estás tan hecha
a esta deshabitada cerrazón de la carne
que apenas si tu sombra se delata,
que apenas si eres cierta
en la oscuridad que la distancia pone
entre tu cuerpo y el mío.

CABALLERO BONALD, Somos el  tiempo que nos queda. Pág. 23

jueves, 18 de julio de 2013

EN EL AGUA: MI AUSENCIA EN LA ARIDEZ.

En el agua: mi ausencia en la aridez.
Una flor.Una flor que define el aire.
En el pozo más hondo, tu cuerpo es mecha.

PAUL AUSTER, Poesía completa. Seix Barral.2012. Pág. 7

domingo, 14 de julio de 2013

INMUNE AL GRIS HAMBRIENTO

Inmune al gris hambriento
de la niebla, fue el odio (el odio,
pronunciado mañana y tarde en el alero)
quien te mantuvo cerca. Sabíamos
que sólo la ebriedad
había hecho al sol
arrastrarse por las persianas.
Sabíamos que un vacío
más hondo aún
era construido por gaviotas
que hurgaban en sus propios gritos. Sabíamos
que sabían
que aterrizar era un espejismo.
Y que esperaba,
desde la hora primera en que
yo me había acercado a ti.
Mi piel, estremeciéndose en la luz.
La luz, hecha pedazos a mi tacto.

PAUL AUSTER. Poesías completas. Seix Barral. 2012. Pág. 77

viernes, 12 de julio de 2013

LOS MUERTOS SIGUEN MURIENDO: Y ENTRE ELLOS

Los muertos siguen muriendo: y en ellos
los vivos. Todo el espacio,
y los ojos, acosados
por frágiles herramientas, confinados
a sus hábitos.
Respirar es aceptar
esta carencia de aire, el único aliento,
rastreado en las fisuras
de la memoria, en el lapso que divide
este idioma hecho de odios,
sin el cual la tierra
habría otorgado un augurio más intenso
para nivelar los huertos
de piedra. No siquiera
el silencio me persigue.

PAUL AUSTER, Poesía completa, Seix Barral. 2012. Pág. 75

jueves, 11 de julio de 2013

LA RATAS SE DESPIERTAN MIENTRAS DUERMES

Las ratas se despiertan mientras duermes
e imitan el avance
de la necesidad. Mi voz regresa
al hambre a la que engendra, copulando con piedras
que despuntan en muros rojos: el corazón
roe pero no puede conocer
su saqueo; la lengua desollada
escofina. Yacemos en la médula
más honda de la tierra y escuchamos
el respirar de los ángeles.
Nuestros huesos están resecos.
Allí donde la noche ha hablado
hijos no natos merodean
el vacío interestelar.

PAUL AUSTER. Poesías completas. Seix Barral. 2012. Pág. 73.

miércoles, 10 de julio de 2013

NADA MOJA ESE TRONCO, LA PIEDRA NADA GASTA.

Nada moja este tronco, la piedra nada gasta.
El habla no podía empedrar el pantano,
así que bailas para un silencio más brillante.
La luz siega las olas, naufraga, se camufla...
El viento parlotea, se desboca.
Yo te nombro desierto.

PAUL AUSTER, Poesías completas. Seix Barral, 2012. Pág. 11

martes, 9 de julio de 2013

REFLEJADAS EN EL HABLA CUBIERTA

Reflejadas en el habla cubierta
de otro año más, de otro año nuestro
(oscuros y alodiales cuarenta)
las imágenes varadas en la luz postrera
de los ojos, las vagabundas
imágenes te absuelven: (dunas
que giraban en remolinos,
palabras como guijas
que alcanzaban las verjas
de arena, y las demás horas curvadas
duplicándose en el recuerdo). Y en mi mano
(como, tras la noche, la noche)
sostengo lo que tú
te has propuesto entregar: este sendero
de gritos coincidentes y, grano a grano,
el nunca desechado
desierto, ardiendo en tus labios
que cuajan con violencia.

PAUL AUSTER, Poesías completas. Seix Barral. 2012, Pág. 65.

domingo, 7 de julio de 2013

OTRO DEL YO: O FRATERNAL

Otro del yo: o fraternal
hacha de sombra: nacida brillante
donde el temor es más oscuro... Respiro
para ser tu piedra de afilar.
Raspando, como chispas
que espolean, como el fango, olas
de juncias que se erizan y se levantan
en la mañana calurosa: creceríamos
para ser parte
de tales cosas. Invisibles
al fin, como esta sangre, sepultada
bajo una pérdida que teje
para la cicatriz. Como los no abortados
que han de respirar con nosotros,
de pie en el resplandor
de este sol lascivo y ficticio.

PAUL AUSTER, Poesías completas, Seix Barral, 2012, Pág. 57.

viernes, 5 de julio de 2013

INCONTENIBLE EN ESTA AVALANCHA DE TIERRA

Incontenible en esta
avalancha de tierra:
donde las semillas se acaban
y auguran tu cercanía: tú harás sonar
el delirio coral
de la memoria, y te irás
por donde van los ojos. No te queda
camino más extenso: desde el instante
en que te abras las venas, las raíces comenzarán
a recitar la masacre
de las piedras. Vivirás. construirás tu casa
aquí: olvidarás
tu nombre. La tierra
es el único exilio.

PAUL AUSTER, Poesías completas. Seix Barral. 2012, Pág. 43.

jueves, 4 de julio de 2013

VOMITADO

Vomitado
desde ese no radiante por el viento
e injertado en la verde
y parda cicatriz
de este instante. Preguntas
qué sitio es éste y yo, siguiendo las costuras
de tu desmembración,
te he respondido: el bosque
es la memoria de sí mismo, esta frágil
astilla que transita
mi sangre navegable
hasta encallar
en la grava del corazón. Me pides
palabras y yo las diré: desde el instante
en que aprenda a no darte nada.

PAUL AUSTER, Poesías completas. Seix Barral. 2012. Pág. 55


miércoles, 3 de julio de 2013

MATRIZ Y SUEÑO

Lo inaudible, hecho astillas
cada noche:
el aliento, bajo tierra
todo el invierno; 
las palabras del pozo
en la excavada luz
de la sima
y el arroyo que suena.

Pasas.
Entre el miedo y la memoria,
el ágata
de tu paso se vuelve
carmesí
en el polvo de la niñez.

Sed: y coma: y hoja...
desde las brechas
de lo ya no sabido: el mensaje sin firmar
enterrado en mi cuerpo.

La ropa blanca
colgada en el tendal. El ajenjo
aplastado 
en los campos.

El olor a menta
en las ruinas.

PAUL AUSTER, Poesía completa. Seix Barral. 2012. Pág. 87

martes, 2 de julio de 2013

ÓRBITA DE LA PALABRA

Órbita de la palabra

Yo he dicho por ejemplo:amada, pueblo mio,
madre mía, esperanza, somo iguales, siempre,
pan, hermano, te quiero... He dicho en fin que el mundo
cabe en mis labios, gira en sus bordes, me dicta
su palabra insaciable, me oprime entre los nudos
ue amordazan la historia furtiva de quien fui.

Todo eso lo he dicho y quizá sea bastante,
quizá lo que he callado sea materia de olvido,
almacén de codicias donde un dios me sepulta,
donde estoy rescatándome, adivinando el cerco
que separa mi boca de todos los caminos
que ocupan todas las palabras debatiéndose a ciegas.

Pero me llamo hombre. Mi memoria está viva,
va más allá del tiempo, de jornales ganados
a fuerza de renuncias, de míseras cautelas
para andar y estar solo y andar después aún.
Pero me llamo tierra. Mis efímeros sueños
no pueden contener ese enjambre de indicios
que mi cuerpo recibe, que mis manos soportan
y más y más reduzco cuanto más me aniquila.

Exploro mi evidencia, es decir, mi secreto,
ese azar que jamás se me ofrece y desnuda,
que va siempre conmigo y controla mis ocios.
Veo mi casa en el sur, luminosa entre nieblas,
hecha con sueños míos, con preguntas a solas,
crecida hacia mí mismo como el trigo hacia el pan.
Digo su nombre y otros que mis labios restañan.
Reúno en mi memoria las vidas que he amado,
los sitios donde estuve, los libros que habité,
toda la realidad y el sueño en que consisto.

Y de pronto este día de octubre, no sé cual,
me he topado de bruces contra un tiempo vacío,
contra el pan de estar solo que comparto con nadie,
y casi estoy seguro que nunca he de poder
represar la corriente de tantos días vanos
como están despeñándome en mi ignorancia de hoy,
en esta vulnerable memoria que parece
contener el tamaño caliente de la lluvia,
la sombra de mi infancia donde yo sigo siendo
un miedo combativo, un temor que conserva
ese último rastro de esperanza o de música
que resbala a lo lejos y me hace entender
que aún busco esa palabra que acabará salvándome.

CABALLERO BONALD, Somos el tiempo que nos queda. Pág. 25

ENTRE ESTOS ESPASMOS DE LUZ

Entre estos espasmos de luz,
en el frágil helecho, en la sombría
maleza: esperas,
dentro del laberinto de tu oído,
a que estalle
el trueno:
entonces, el rugido
babélico, el silencio. Aquello hacia lo que divagas
no será nunca lo que se oiga. Salvo el paso,
techado
bajo este doble cielo que mantiene
intacta su distancia. Y que se ensancha en tu interior,
en la boca
de la tierra partida, donde observas
cómo estas estrellas caídas
se debaten y arrastran hasta ti,
portando los obsequios del infierno.

PAUL AUSTER, Poesías completas. Seix Barral. 2012. Pág. 49. 

domingo, 30 de junio de 2013

JUNTO CON TUS CENIZAS, LAS APENAS

Junto con tus cenizas, las apenas
escritas, arrasando
la oda, las raíces instigadas, el ojo
extranjero; con mano idiota te arrastraron
a la ciudad, te ataron
a este nudo de jergas
y no te dieron nada. Desterrado,
pero siempre en el corazón
de este silencio solidario, pules las piedras
de tierra invisible y allanas tu lugar
entre los lobos. Cada sílaba
es obra del sabotaje.

PAUL AUSTER, Poesía completa. Seix Barral. 2012. Pág. 33

viernes, 28 de junio de 2013

LA SENDA CIEGA ESTÁ GRABADA

La senda ciega está grabada
en tu palma: conduce hacia la voz
que habías canjeado, y ha de sangrar una vez más
en las espinas de este braille
extraído del sueño. Una respiración
asciende por la mecha de mi tartamudeo
y alumbra el aire
que nunca se retractará. Tu cuerpo
es tu propia carga medida. Y camina
con el peso del fuego.

PAUL AUSTER. Poesía completa. Seix Barral. 2012. Pág. 37

miércoles, 26 de junio de 2013

EL HUEVO DELIMITA SU RENUNCIA, NO PUEDE

El huevo delimita su renuncia, no puede
sonar en el tañido de otro, el más pequeño
martilleo, antes de que el gemido
se abra paso de un tajo y el ojo desperdicie
el subterfugio de una lámpara más duradera.
Alzado hasta ser habla, porta
su propio nacimiento y, si se hace pedazos,
no dejes de aclamar su caída y contradicción.
Tu tierra siempre estará lejos.

PAUL AUSTER, Poesía completa. Seix Barral, 2012. Pág. 29

lunes, 24 de junio de 2013

VER ES ESTA OTRA TORTURA

Ver es esta otra tortura, que expiamos
con el dolor de ser vistos: lo dicho,
lo visto, contenidos en esta negativa
a hablar, y la semilla de una única voz,
enterrada en una piedra cualquiera.
Mis mentiras jamás han sido mías.

PAUL AUSTER, Poesía completa. Seix Barral, 2012. Pág. 25

sábado, 22 de junio de 2013

BORRACHA, LA BLANCURA ATESORA SUS FUERZAS,

Borracha, la blancura atesora sus fuerzas,
mientras duermes, ebrio de sol, como semilla
que retiene su aliento
bajo tierra. Soñar, en el calor,
con el calor
que infesta el equilibrio
de una mano, que engendra
el milagro de la aridez...
En todos los lugares que has dejado
crece la furia de los lobos
con las hojas que no hablarán.
Morir. Dar acogida a lobos rojos
que arañan las cancelas: página
que aúlla; o bien duermes, y el sol
jamás se agotará.
Es verde donde las semillas negras respiran.

PAUL AUSTER, Poesía completa. Seix Barral, 2012. Pág. 15

jueves, 20 de junio de 2013

LOS PICOS ANOTAN LA CANTERA: MARCAS EROSIONADAS

Los picos anotan la cantera: marcas erosionadas
que no pudieron cifrar el mensaje.
La riña desató su alfabeto
y las piedras, ceñidas por insultos,
han memorizado la derrota.

PAUL AUSTER, Poesía completa. Seix Barral, 2012. Pág. 13

miércoles, 19 de junio de 2013

HIJO DE LAS TINIEBLAS



Ayer,
por la vertiente de las tierras fluviales,
ya en el último cerco nocturno de la bruma,
te vi cruzar entre el adobe de los muros caseros,
bordeando el declive suburbial del arroyo,
con tu gesto de héroe fugitivo y tu indolencia
de errante flor oscura, alegre al parecer,
hijo mío,
patriarca de telas destrozadas,
de luz a luz buscándote,
de tiniebla en tiniebla haciéndote más hombre,
defendiendo tu corazón contra las brozas
que roían la vida en torno tuyo.

Bernardo Ballester era tu nombre impetuoso
como un bastión de barro y de batallas,
y crecías cambiando tu condición de inválido
por una duda al menos en que poder creer,
por alguna ignorancia o extravío de náufrago
donde fundamentar tu pecho tan inerme.

Frente a ti yergo el filo sonoro
de mi palabra como un herido acero,
para que tú me oigas,
para que tú me vivas y me hermanes,
acaso para nada o tal vez para el sueño
que tienes enterrado debajo de ti mismo,
solitario arrecife
con oleajes de combativa herencia,
varón de pétalo y metal,
agua mansa y turbulento ácido
juntos entre el caudal de tu ceguera.

Hoy,
después de ti, después de haberte hablado,
me acuerdo de quién eres y qué quieres,
me acuerdo de tu vida,
hijo mío.
(Te llamo y me haces falta, hijo mío.)
Necesito mirar el desgarrón culpable
que abre tu historia entre las piedras de Castilla,
sentir cómo te hundes en tu propia esperanza,
oír el golpear de tus pinceles
contra el único amor, palpando al mismo tiempo
su entraña de diamante inflexible.

Entre los tuyos, entre el pan y el vino
de los tuyos, eras
lo mismo que una llama de paciente iracundia,
lo mismo que una herida aminorada
con el ungüento de su propia sangre,
toda tu casta junta en su nativo horror,
muralla de concordias arrasadas,
ilusoria materia de estrago irreparable.

Igual que una pregunta que resbala
por los tramos del odio y se pronuncia casi
con temor de morir y vuelve luego
a restaurar la nada de su crédulo origen,
así tu hombría intraducible,
tu encarnizada pugna contra nadie,
tu libre mano párvula
que ahonda en lo más frágil de cuanto fue creado,
tiembla sobre los fosos de la vida
y toca el mundo y lo delata
y en páginas en blanco lo convierte,
porque siempre estarás luchando solo,
porque jamás podrás ver claro,
hijo de las tinieblas,
hijo mío.


CABALLERO BONALD, Somos el tiempo que nos queda. Pág. 107

martes, 18 de junio de 2013

LAS RAÍCES SE DOBLAN AL PASO DEL GUSANO

Las raíces se doblan al paso del gusano
y el tamiz del reloj cohabita el corazón
del gorrión: Entre rama y aguja, la /palabra
menosprecia su nido, y la semilla,
mecida por confines aún más simples,
se niega a confesar.
Sólo el huevo gravita.

PAUL AUSTER, Poesía completa.Seix Barral, 2012. Pág. 5

jueves, 13 de junio de 2013

CENIZA SON MIS LABIOS

En su oscuro principio, desde
su vacilante estirpe, cifra inicial de Dios,
alguien, el hombre, espera.

Turbador sueño yergue
su noticia opresora ante la furia
original de la que el cuerpo es hecho, ante
su herencia de combate, dando vida
a secretos quemados,
a recónditos signos que aún callaban
y pugnan ya desde un deseo mísero
para emerger hacia canciones,
mudo dolor atónito de un labio,
el elegido,
que en cenizas transforma
la interior llama viva de lo humano.

Quizá sólo para luchar acecha,
permanece dormido o silencioso
buscando, besando el terso párpado rosa,
el pecho inextinguible de la muchacha amada,
quizá sólo aguarda combatir
contra esa mansa lágrima que es letra del amor,
contra
        aquella luz aniquiladora
que dentro de él ya duele con su nombre: belleza.

Allí en el torpe sueño todos
los simulacros de la fe consume,
difunde apenas con fugaz certeza,
unitivo rescoldo de sus vivientes brasas.

En tanto el hombre lucha: existe,
traduce la armonía furtiva del azar,
bebe en los borbotones de su tiempo,
se confina en la fiebre donde afloran
su linaje, su origen, su imposible
destino de buscador de Dios,
de elegido que espera,
ahora,
todavía,
encender la ceniza de sus labios.

CABALLERO BONALD, Somos el tiempo que nos espera. Pág.17.

viernes, 31 de mayo de 2013

DOMINGO




La veis un día domingo.
Lleva un cuerpo cansado, lleva un traje cansado
(no lo podéis mirar),
un traje del que cuelgan trabajos, tristes hilos,
pespuntes de temor, esperanzas sobrantes
hechas verdad a fuerza de ir remendando sueños,
de ir gastando semanas, hambres de cada día,
en las estribaciones de un pan dominical.

La veis venir acaso de un afán desahuciado,
de una piedad con fábulas, la veis
venir y ya sabéis que está llamándose
lo mismo que la vida,
lo mismo que su traje hecho disfraz de olvido,
hecho molde de engaño comunal,
cortado a la medida de mensuales lágrimas,
de quebrantos tejidos con la última
hebra de la intemperie, con las trizas
de ese telar de amor donde entrevemos
la pobreza de todos que es un cuerpo sin nadie.

Sucede que es un día más bien canción que número,
más bien como una lluvia de inclementes pestañas,
de humilde mano abierta
que volverá a vestir de desnudez la vida.
Y entonces ya es mentira crecer sobre raíces,
ya es mentira ese sueño blandamente nocivo
que se nos va quedando arrendado en la piel,
que se consume hasta perderse
en un mísero rastro de caricia aterida,
hasta llegar a confundirse con un domingo anónimo,
con un tiempo de nadie hilvanado de lástima.

Y de pronto ese día, el domingo,
ella viene llegando, corre, se nos acerca
(todos la conocemos),
nos mira igual que un charco
de amor recién secado, nos contagia
de todo cuanto es crédulo en su espera siguiente,
porque está consolándose con un jornal vacío,
porque está desviviéndose
en una vana sucesión de acopios para huir,
de ir contando los años por tránsitos de trajes,
por memorias zurcidas, por sueños arrancados
del retal de un domingo cegador e ilusorio.


CABALLERO BONALD, Somos el tiempo que nos queda. Pág. 34

martes, 14 de mayo de 2013

NOMBRE ENTREGADO



Tú te llamabas tercamente Carmen
y era hermoso decir una a una tus letras,
desnudarlas, mirarte en cada una
como si fuesen rastros iguales de alegría,
contiguos besos en mi boca reunidos.
Era hermoso saberte con un nombre
que ya me duele ahora entre los labios,
me sangra entre los labios como el moho de una fruta,
como algo que yo querría nombrar constantemente
y me estuviese amordazando con su olvido,
con su apremiante negación de ser,
porque es inútil repetir lo que termina en nada.

Es posible que ya no puedas tú tener un nombre,
encerrar en un nombre tu ternura,
tus verdes ojos dulces,
la dorada humedad de tu cabello,
que ya no puedas responderme si te llamo,
si te sigo llamando y nada me devuelve
la ilusoria constancia de que aún eres cierta.

Ahora es de noche y tú no tienes nombre,
a nadie pertenecen tu voz, tus adjetivos,
mientras cae la lluvia
mansamente y es más frágil la vida
cuando al llamarte sé que ya no tienes nombre.

¿Es verdad que te has ido para siempre,
que no podremos ya mirar los árboles mojados,
la lenta pesadumbre de las tardes calladas,
el nocturno temor que a nuestro amor se unía?
¿Es verdad que tu boca se irá deshabitando
sin responder a nadie ni siquiera en silencio,
que ya no cabré nunca en tu mirada,
en tus manos que guardan mi latido en su piel?

No puedo imaginar que alguien te llame
allí por ese reino donde ahora enmudeces
mordiéndote los labios como entonces
y tú vuelvas los ojos para ver si es posible
que tengas todavía un nombre en que esconderte,
un nombre que estacione la vida entre sus letras,
que sea vanamente igual que Carmen,
porque ahora es de noche y tú no tienes nombre.

Pero entonces he mirado la luz,
los péndulos furtivos del otoño,
los hombres que caminan y caminan,
las aves del regreso, torpes ya con el frío,
estos libros que ardieron con nuestros ojos juntos,
mis padres, mis hermanos, con sus sombras gemelas,
mi amigo Juan Valencia, que está mi lado y no
me habla, y sé que estoy viviendo,
he aprendido que son las cosas quietas
las que evidencian mi razón de cada día,
que eres tú quien te has ido a una gran soledad,
quien no puedes volver con aquel nombre tuyo,
con aquel cuerpo ajeno y transeúnte que tenías,
con algo que no sea caricia o beso o lágrima
y lo convoque todo en una historia única
donde decir tu nombre equivalga también a poseerte.

Porque es triste y es también preciso
comprender que eso es vivir: ir olvidando,
consistir en palabras que están llamando a nadie,
saber que es una grieta súbita
la que arrasa y corrompe la más cierta esperanza,
saber que es el desamor
quien detrás de lo más amado espera
para poder seguir viviendo
a pesar de la noche y tu nombre entregado.


CABALLERO BONALD, Somos el tiempo que nos queda. Pág. 26

sábado, 11 de mayo de 2013

VERSÍCULO DEL GÉNESIS



Por las ventanas, por los ojos
de cerraduras y raíces,
por orificios y rendijas
y por debajo de las puertas,
entra la noche.

Entra la noche como un trueno
por las rompientes de la vida,
recorre salas de hospitales,
habitaciones de prostíbulos,
templos, alcobas, celdas, chozos,
y en los rincones de la boca
entra también la noche.

Entra la noche como un bulto
de mar vacío y de caverna,
se va esparciendo por los bordes
del alcohol y del insomnio,
lame las manos del enfermo
y el corazón de los cautivos,
y en la blancura de las páginas
entra también la noche.

Entra la noche como un vértigo
por la ciudad desprevenida,
rasga las sábanas más tristes,
repta detrás de los cobardes,
ciega la cal y los cuchillos
y en el fragor de las palabras
entra también la noche.

Entra la noche como un grito
entre el silencio de los muros,
propaga espantos y vigilias,
late en lo hondo de las piedras,
abre sus últimos boquetes
entre los cuerpos que se aman,
y en el papel emborronado
entra también la noche.


CABALLERO BONALD, Somos el tiempo que nos queda. Pág. 19.

lunes, 6 de mayo de 2013

UNA PREGUNTA




Una pregunta,
una querella se propaga
por los atolladeros de la historia.
Hace ya tiempo que se escucha
en las patrias, los foros, las iglesias,
y no responde nadie.
¿A quién
le pediremos cuentas?
¿Cuántos
consorcios de falsarios, púlpitos
execrables, compraventas de armas,
eufemismos que sólo encubren
crímenes, hemos de cotejar con nuestros muertos
antes de que por fin prevalezca la vida?

CABALLERO BONALD, Manual de infractores, pág. 119. 

jueves, 2 de mayo de 2013

OTRA VEZ EN LO OSCURO




A veces, en la turbia
galería del sueño, encendía la luz
y me quedaba oyendo los ruidos
de la noche: el rumor
de la ronda, el gotear
del grifo, la doméstica
respiración y como un vago
acicate de vida
en la madera.
Trascendía
la casa a los durmientes
y todo era un recluso
depósito de miedo entre las sábanas.
Pedía de beber por no sentirme
solo, quizá por parecerme
al acecho de alguien,
porque el roce de un cuerpo
me desvelara de vivir.

Y otra vez en lo oscuro iba
rastreando los pasos
de la calle, respiraba
el agrio aroma a cuero
del calzado reciente,
la sinuosa urdimbre del almagre,
el impávido vaho del tragaluz.
Dormía
vigilando las sombras,
la sucesión de gérmenes del sueño,
entumeciéndome de fe, como esperando
desde el rincón de reo de mi infancia
que fuese libre para despertar.


CABALLERO BONALD, Somos el tiempo que nos queda. Pág. 202.

jueves, 25 de abril de 2013

LA BOTELLA VACÍA SE PARECE A MI ALMA



Solícito el silencio se desliza por la mesa nocturna, rebasa el irrisorio contenido del vaso. No beberé ya más hasta tan tarde: otra vez soy el tiempo que me queda. Detrás de la penumbra yace un cuerpo desnudo y hay un chorro de música hedionda dilatando las burbujas del vidrio. Tan distante como mi juventud, pernocta entre los muebles el amorfo, el tenaz y oxidado material del deseo. Qué aviso más penúltimo amagando en las puertas, los grifos, las cortinas. Qué terror de repente de los timbres. La botella vacía se parece a mi alma.

CABALLERO BONALD, Somos el tiempo que nos queda. Pág. 372.

miércoles, 24 de abril de 2013

UN LIBRO, UN VASO, NADA



Todas las noches dejo
mi soledad entre los libros, abro
la puerta a los oráculos,
quemo mi alma con el fuego
del salmista.
Qué contraria
voluntad de peligros me desvela,
quiebra la vigilante
sed de vivir de mi palabra.

Todas las noches junto inútilmente
los residuos del día, recupero
las horas muertas de la indefensión,
consisto en lo que he sido.

(Una mano olvidada entre las sábanas
rompe papeles, incinera
los escombros del sueño.)

Oh posesión sin nadie, ¿para qué
tantas páginas vanas, tantos
himnos vacíos? Mira
a tu alrededor, ¿qué queda?
Solos
estamos: toda la ausencia cabe
entre la realidad y el sueño. Aquí
mi obstinación es mi alegría:
un libro, un vaso, nada.


CABALLERO BONALD, Somos el tiempo que nos queda, Pág. 151.

TERROR PREVENTIVO


Ventana borrascosa abierta al borde
de las ruinas,
ven y asómate, hermano,
¿no ves en esa trama
preconcebida de la iniquidad
como un tajo feroz mutilando el futuro?

Y allí mismo, detrás de la estrategia
irrevocable del terror, ¿no escuchas
el sanguinario paso de la secta,
la marca repulsiva
del investido de poderes,
sus rapiñas, sus mañas, sus patrañas?


Atroz historia venidera,
¿en qué manos estamos, cuántas trampas
tendrá que urdir la vida para seguir viviendo?

CABALLERO BONALD, Somos el tiempo que nos queda.

domingo, 1 de julio de 2012

Y EN CONVERTIR EN SED NUESTRA TRISTEZA


A veces nos quedamos silenciosos
tan hondos y vacíos de tristeza,
que nuestra pura desnudez invoca
mudamente la luz de una presencia.

Medimos por el hueco, lo que falta
de densidad y plenitud en esta
lobreguez de ser hombre clausurado,
pero abierto en sí mismo y sin cancela.

Alguien a quien le damos nuestra espalda
nos acosa buscándonos las vueltas
y se pone a mirar hacia lo oscuro
que tiembla en lo interior de la caverna.

Y nosotros sentados hacia dentro,
con los ojos sellados en la piedra,
tememos que, al volvernos, de repente,
nos hallemos de cara a la evidencia.

Porque nunca podremos. Hace falta
que nos bielde la muerte y nos dé vuelta,
que nos meta su luz como en un guante
y nos saque los ojos hacia afuera.

La luz nos llegará. Se hará presente
a inaugurar su reino. Mientras llega,
sólo queda esperar en el silencio
y convertir en sed nuestra tristeza.


Jesús Tomé, Hijo de esta tierra

viernes, 1 de junio de 2012

SIEMPRE ESTAMOS DE VUELTA


Siempre estamos de vuelta, y regresamos
tristes, como si nadie
nos esperara en el umbral del sueño.

Es destino del hombre: -caminante
que viene de una soledad y, a solas,
camina hacia otra soledad más grande.

Sólo Dios nos espera. Él sólo puede
saciar la sed de un corazón sin nadie.

Jesús Tomé, Hijo de esta tierra

martes, 1 de mayo de 2012

QUIEN TIENE EL CORAZÓN ENDECASÍLABO


Quien tiene el corazón endecasílabo
lleva un paso interior de manso polvo
que no alcanza a los pies que lo levantan;
los pies de un hombre pensativo y solo.
No pregunta a la vida. Se confirma.
Afirmación que cae desde los cielos.
(Solo se siente vivo por la muerte
que le tiene empinado desde dentro).

Como a orillas del mar; como a la orilla
del rumor de otro mar, viene y escucha:
Quien tiene el corazón endecasílabo
tiene sed de la voz que hace esta música.

Jesús Tomé, Hijo de esta tierra

domingo, 1 de abril de 2012

LUZ EN EL POZO


I
En nuevas oleadas llegan. Hombres.
Son hombres. Y preguntan. Nunca gritan.
Caminan en un pozo de tinieblas
donde la noche se hace y se divisan
estrellas. La pequeña luz sin brillo
de la esperanza se desprende y gira.
Nunca sale del pozo, se empareja
con el redondo límite. La miran.
Ella no para. Horada en alta noche.
(¡Los pies en tierra y el camino arriba!)

II

-Vosotros los sabréis. ¿Dónde se encuentra
quien viene a dar la paz? El mundo ignora
su olivo verdadero. Pero viene
quien la puede afilar como una estaca
para clavarla en medio de la tierra.
Y girará  la tierra en torno suyo.
En ella apoyaremos nuestra espalda
para mirar a Dios sin fatigarnos.
Nuestro dolor de siglos la reclama.
- Hemos puesto el deseo contra un muro
condenado a morir a engaño lento.
¿Quién desea la paz? Su agudo nombre
en labio de los hombres suena a tiro.
Con ella fusilamos a los muertos.
De cada muerto nace un árbol torvo.
La paz no tiene savia. Su madera
crece sobre los ojos de los muertos.
A veces en su tronco dos amantes
quieren grabar su corazón flechado.
Pero los muertos crecen y se rasga.
Debajo de la tierra hasta los muertos
se buscan y se matan sordamente.
¿Quienes buscan la paz?
- Pero nosotros
hemos visto su estrella desde el pozo.


III

- Nuestra carne está rota. Paja a paja
debajo del dolor, como un alero,
cada pájaro negro hace su nido.
Ellos hacen la noche con su canto.
Pero la carne vela. Se desvela, cruje.
Papel rugoso sobre el pecho de alguien
que se arropa con todos. Alguien sufre.
Necesita en su exceso nuestra llaga.
¿Dónde está que le demos lo que es suyo?
- No preguntéis por nadie. Sois vosotros.
Solos. A solas. Solamente.
Cada muerto
que se arrolle en su sombra y se duerma.
Si no puede dormir mate su noche.
Desengañe su luz.
- Pero nosotros
hemos visto su estrella desde el pozo.


IV

- Ha de encontrarse en algún sitio. El mundo
no puede, sin cimiento, sostenerse.
Tanto sentido, en surcos tan mal hechos,
es grande como Dios. Y Dios no basta.
Necesita su amor. Dios y su amor.
Lo que vale decirle a Dios dos veces.
Y nosotros venimos preguntando
por la piedra sangrante. Preguntamos.
Porque existe el amor y su respuesta.
Y todos somos casa. Y lo que pesa,
para dar solidez es el latido.
El duro corazón sin argamasa.
- No encontraréis amor. La tierra es dura.
Perdura sin sostén Para estar muerta
no necesita amor sino más muertes.
Y cada día muere una esperanza.
Muerte a muerte la tierra está más honda.
Más hondo el corazón y su gusano.
Y es poco de Dios lo que devoran,
cada día, sus dientes voracísimos.
Ya queda poco Dios. Y está podrido.
Ya queda poco amor.
- Pero nosotros
hemos visto su estrella desde el pozo.


V

- Y vosotros también. Los embotados
por el placer. Los saturados. Todos
los que tenéis el corazón al día,
convidados del gozo a sueño fácil.
¿Vosotros no sabéis dónde ha nacido?
Porque viene a dar clases de esperanza.
A enseñarnos los miedos cardinales
y a no tenerle miedo a la alegría.
Cubrirá nuestro amor de telarañas
donde pueda enredarse su grandeza.
Florecerá el  temor, y entre sus manos
hondas madurará en sabiduría.
Y cumplirán los ojos palpitantes
con su oficio de lágrimas. Las lágrimas
encontrarán su cauce verdadero:
Cada dolor, canto rodado, cante,
¡Si el alma suena, mucho Dios que lleva!
Con él valdrá la pena haber nacido:
Si la vida es un grito a tumba abierta,
dentro de Dios rebotarán los ecos.
Hechos de muerte acumulada y honda,
moriremos a vida verdadera,
que, si fuerza es morir, encontraremos
siete palmos de Dios para enterrarnos.
- Es en vano esperar. Vuestros dolores
tienen color de Dios que se equivoca.
Cuando se rompa, cárdeno, el latido,
Dios manará hecho pus desesperado.
Porque Dios nunca es más que una gangrena
lenta. Carcoma voluntaria. Miedo
de que la sombra llegue tras la sombra.
Desembocados turbios en la muerte,
no podréis regresar a maldeciros
la ignorancia. ¿Qué esperan vuestros ojos
si la luz es mortal?
- Pero nosotros
hemos visto su estrella desde el pozo.


VI

Y en nuevas oleadas pasan. Hombres.
Son hombres. No preguntan. Y se ciegan.
De tanta luz como en el pozo brilla
se les colman las manos de tinieblas.
Y se palpan. Y la herida de que sangran
es un rasguño de palpar la estrella.
En sangre caen sus sangres. Y se guían
por sangriento goteo que tantea
sobre charcos de amor. Sobre la sangre
de Dios. Única sangre verdadera.
Y les crece el amor. Cada latido
se apresura a invadirlo una Presencia:
La esperanza es Dios mismo que se esconde
dentro de la ansiedad de los que esperan.


Jesús Tomé, Hijos de esta tierra

jueves, 29 de marzo de 2012

QUIZÁS MAÑANA


Quizá mañana

Sí, quizá mañana;
quizá mañana, y ahora estoy tan tranquilo,
y ahora respiro como debajo de un sudario,
y ahora estoy escribiendo palabras oscuras,
debajo de las estrellas, iluminado sólo por mi alma.

Quizá mañana mismo transcurriré hacia Tu espíritu,
y ahora, como el que acaba del volver la ultima página de un libro amado,
siento que hay algo que continúa,
siento que es imposible que termine de este modo
- parándose las cosas, interrumpiéndose las manos -
y quizá mañana a mi casa por la noche,
y todo quizá mañana será diferente,
y habré cambiado para siempre de sitio,
y las horas, como una caricia interminable, como si se abrieran lentamente las puertas,
tornan ligeramente desde lo más olvidado,
regresan desde lo invisible,
a posarse sobre este papel donde escribo,
y quizá la postrer palabra no llegue a rozar su blancura.

Sí, quizá mañana,
quizá mañana mismo me tenderé hacia Tus manos, Padre mío,
me tenderé temblando, adivinándome en Tu alma,
y ahora vivo yo libre al borde de Tu voluntad
abandonado a ella hasta la raíz de mis cabellos,
vibrando entre lo invisible y lo que toco con mis manos,
palpitando entre la esperanza y el recuerdo,
y miro a mi alrededor para cerciorarme de que vivo,
para olvidarme de que vivo, desprendido del todo entre Tus brazos.

Y sé que quizá mañana quedaré tendido en Tu memoria,
y escarbarás en mis maldades, y tomarás a peso mi alma,
y estoy temblando en tu balanza, estoy temblando ahora mismo, temblando fríamente,
y quizá mañana seré otro, y no sé dónde, y mi alma tiembla,
porque sé que es verdad, que quizá mañana me preguntarás, Padre mío,
y estoy trabajando de noche, oscuramente trabajando
para ser más secreto, para medir con mis pies las montañas, esperando tu Profecía,
y las palabras me responden oscuramente, como si algo muy profundo estuviera vibrando,
y voy vertiendo mi corazón, naciendo desde mis raíces,
y quizá mañana todo habrá cambiado, todo será como una casa abandonada,
llena de mujeres llorosas, y abre pasado por sus puertas,
quizá mañana mismo habré pasado, habré pasado, habré pasado por el orificio de una aguja,
quizá mañana mismo habré pasado,
quizá mañana la hora que está ya viva en el futuro,
la hora que cuelga como una lámpara tenuemente velada cada día,
la hora de que esta sed naciera, de que este amor bajara de las estrellas de una noche,
la hora de esta claridad que está sonando dulcemente en mi alma.

Leopoldo Panero. Antologado en En lo oscuro
Cátedra. 2011.

jueves, 22 de marzo de 2012

CIUDAD SIN NOMBRE


Como en una ciudad sin nombre,
mi corazón va pensando y amando.
Estoy triste y busco la causa de mi tristeza.
Quiero saber por qué es tan dulce tu palidez, amiga mía.
Por qué, como nieve en el lago, es tan hermosa tu mirada.
Por qué me acuerdo de tus ojos si no te he conocido nunca.
Por qué te quiero si no existes.

Recuedo vagamente los días juveniles,
cuando la muerte daba a mis pasos una sombra alegre,
cuando mis lágrimas tenían un saber semejante a la dicha,
cuando apoyado tan temprano en el umbral de mi dolor,
aspiraba a la hermosura que venía de no sé donde,
como un caballo al galope sobre la llanura silenciosa de mi corazón,
y piafándome, arrancándoseme de la mano que acariciaba su leve torso de paloma,
escapaba no sé hacia dónde tampoco,
alejándose siempre más de mi alma.

¡Ah, quien pudiera todavía,
ahora, todavía, en este momento de dolor,
oír el susurro leve de aquel golpe ávido,
resonando a la orilla del río,
al pie de las murallas dolorosas y grises,
entre los chopos que latían junto al roce del agua!

¡Quién pudiera, sobre su lomo plateado,
apartarse de ti para siempre, tristeza mia,
olvidarse de ti para siempre, ciudad hermosa y quieta, tristeza mía!

Leopoldo Panero.
Recogido en En la sombra

miércoles, 21 de marzo de 2012

HASTA MAÑANA


Hasta mañana dices, y tu voz
se apaga y se desprende
como la nieve. Lejos, poco a poco,
va cayendo, y se duerme,
tu corazón cansado,
donde el mañana está. Como otras veces,
hasta mañana dices, y te pliegas
al mañana en que crees,
como el viento a la lluvia,
como la luz a las movibles mieses.
Hasta mañana, piensas; y tus ojos
cierras hasta mañana, y ensombreces,
y guardas. Tus dos brazos
cruzas, y el peso leve levantas, de tu pecho confiado.
Tras la penumbra de tu carne crece
la luz intacta de la orilla. Vuela
una paloma sola y pasa tenue
la luna acariciando las espigas
lejanas. Se oyen trenes
hundidos en la noche, entre el silencio
de las encinas y el trigal que vuelve
con la brisa. Te vas siempre
hasta mañana, lejos. Tu sonrisa
se va durmiendo mientras Dios la mece
en tus labios, lo mismo
que el tallo de una flor en la corriente;
mientras se queda ciega tu hermosura
como el viento al rodar sobre la nieve;
mientras te vas hasta mañana, dulcemente
por esa senda pura que, algún día,
te llevará dormida hacia la muerte.

Leopoldo Panero.
Recogido en  En lo oscuro

martes, 20 de marzo de 2012

A MIS HERMANAS


Estamos siempre solos. Cae el viento
entre los encinares y la vega.
A nuestro corazón el ruido llega
del campo silencioso y polvoriento.

Alguien cuenta, sin voz, el viejo cuento
de nuestra infancia, y nuestra sombra juega
trágicamente a la gallina ciega;
y una mano nos coge el pensamiento.

Ángel, Ricardo, Juan, abuelo, abuela,
nos tocan levemente, y sin palabras
nos hablan, nos tropiezan, les tocamos.

¡Estamos siempre solo, siempre en vela,
esperando, Señor, a que nos abras
los ojos para ver, mientras jugamos!

Leopoldo Panero.
Recogido en En lo oscuro

lunes, 19 de marzo de 2012

SÓLA TÚ


Sola tú junto a mí, junto a mi pecho;
sólo tu corazón, tu mano sola,
me lleva al caminar; tus ojos solos
traen un poco de luz hasta la sombra
del recuerdo; ¡qué dulce,
qué alegre nuestro adiós! El cielo es rosa
y es verde el encinar, y estamos muertos,
juntos los dos, en mi memoria sola.
Sola tú junto a mí, junto al olvido,
allá donde la nieve silenciosa
del alto Guadarrama, entre los pinos,
de rodillas te toca.
Estamos solos para siempre; estamos
detrás del corazón, de la memoria,
del viento, de la luz, de las palabras,
juntos los dos en mi memoria sola.

Leopoldo Panero.
Recogido en En el oscuro

sábado, 17 de marzo de 2012

EL TEMPLO VACIO

No sé de dónde brota la tristeza que tengo.
Mi dolor se arrodilla, como el tronco de un sauce,
sobre el agua del tiempo, por donde voy y vengo,
casi fuera de madre, derramado en el cauce.

Lo mejor de mi vida es el dolor. Tú sabes
cómo soy. Tú levantas esta carne que es mía.
Tú esta luz que sonrosa las alas de las aves.
Tú esta noble tristeza que llaman alegría.

Tú me diste la gracia para vivir contigo.
Tú me diste las nubes como el amor humano.
Y al principio del tiempo, Tú me ofreciste el trigo,
con la primera alondra que nació de tu mano.

¡Como el último rezo de un niño que se duerme,
y con la voz nublada de sueño y de pureza
se vuelve hacia el silencio, yo quisiera volverme
hacia Ti, y en tus manos desmayar mi cabeza!

Lo mejor de mi vida es el dolor. Tú hiciste
de la nada el silencio y el camino del beso,
y la espuma en el agua para la tierra triste,
y en el aire la nieve donde duerme tu peso.

¡Señor, Señor! Yo he hecho mi voluntad. Yo he hecho
una ley de mi orgullo, pero ya estoy vencido.
Como una madre humilde que me acuna en su pecho
mi espíritu se acuesta sobre el dolor vivido.

Sobre la carne triste, ¡sobre la silenciosa
ignorancia del alma como un templo vacío!
¡Sobre el ave cansada del corazón que posa
su vuelo entre mis manos para cantar, Dios mío!

Soy el huésped del tiempo, soy, Señor, caminante
que se borra en el bosque y en la sombra tropieza,
tapado por la nieve lenta de cada instante,
mientras busco el camino que no acaba ni empieza.

Soy el hombre desnudo. Soy el que nada tiene.
Soy siempre el arrojado del propio paraíso.
Soy el que tiene frío de sí mismo. El que viene
cargado con el peso de todo lo que quiso.

Lo mejor de mi vida es el dolor. ¡Oh lumbre
seca de la materia! ¡Oh racimo estrujado!
Haz de mi pecho un lago de clara mansedumbre.
¡Señor, Señor! Desata mi cuerpo maniatado.

Leopoldo Panero
Recogido en En lo oscuro

viernes, 16 de marzo de 2012

HONDA PALOMA

No ver,pero temblar. Como la espuma
arranca en libertad la orilla verde.
Como ell amor llora a lo largo
de un bosque de ceniza y de sangre.

Pero el hombre profundo vive
con la infinita alegría del mármol bajo la herramienta
o con la alegría del negro bajo la verde hoja de la palmera.

La sangre se edifica sobre la sangre
como un rayo de sol abandonado en el espacio.
Y la ceniza se alimenta de fuego
como los nidos de las águilas, ocultos en la roca viva.

Todo es alto lo mismo que el amor
con sus mejillas asombradas
en torno a la alondra que desciende sobre los verdes campos.

Todo es alto. Los párpados, febriles
como una hoguera remota sobre la montaña;
la voz, que busca el aire
deshecho en polvo vivo de la lengua.

Amor. Amor. Honda paloma
descuartizada entre los pulsos.
La noche brota. Se oyen tus pasos
desdebordantes como un valle de fe.

¡Amor,amor!
¡Qué arrancada alegría,
qué nieve derrumbada el hondo beso!

Leopoldo Panero.
Recogido en En lo oscuro. 

jueves, 1 de marzo de 2012

HALLAR UNA PALABRA ES ENCONTRARNOS


Hallar una palabra es encontrarnos
donde nosotros somos verdaderos.
Pero ignoro cual sea mi palabra,
la que me vive o vivo yo por dentro.

A veces, al volver alguna página,
de un libro distraído en nuestros dedos,
- indiferentes los cansados ojos
y ausente el corazón sin pensamiento-,

hallamos de repente una palabra
como una puerta a punto de misterio,
y el corazón se ahonda y se perfuma
hasta encontrar el límite
del beso verdadero.

Una palabra puede ser el camino
que nos desangre en nuestro centro.
Pero ignoro cual sea mi palabra,
la palabra que soy y estoy viviendo.
Y antes de conocerla
puedo morir de corazón sediento.


Jesús Tomé, Hijo de esta tierra

miércoles, 1 de febrero de 2012

ENSOÑACIÓN EN LA CATEDRAL


...Y, mientras voy conmigo, voy sintiendo
toda mi vida así como un aroma
denso y amargo; mientras llevo,
con resignados pies, mi pesadumbre
por medio de la sombra y el silencio
de estos claustros y naves, como nave
sola en el mar, batida y hecha astillas
de recuerdos -mis náufragos que, a trechos,
se pueden ver flotar sobre las olas-.
Hay un ala volando entre la sombra
o a punto de llegar, como venida
a despertar con aletazos ciegos,
rotos contra columnas y sepulcros,
todo el sabor de historia que han tenido
nuestros cansados sueños: la memoria
de todo lo que fue no más que acaso...

...Porque acaso he vivido demasiado,
o demasiado solo, y solo he sido
mi escultura yacente, y he vivido
guardando , a solas, mis difuntos sueños
igual que este Doncel desmadejado
que parece vivir, aunque  está muerto,
y que ahora levanta la mirada
del libro en que leyó su propia muerte
-cuando el sueño o vivir se le hizo piedra-
para escuchar atento mis palabras.
.......................................................

Hace tiempo que vengo de camino,
pero sólo mis ojos se aventuran
a soñar en la piedra en que algún día,
tal vez, me tienda con las manos llenas
de mi propio vivir. Para contarlo
Y ver que no me falta ningún día...

Cuando me tienda
sobre la piedra aquella, estoy seguro
que algún hombre abrirá, para vivirse,
este libro que yo voy escribiéndome
y que entonces tendré sobre las manos...
Igual que este doncel ya derramado
que pareció morir, pero está vivo...

                                     (Al Doncel de Sigüenza)


Jesús Tomé, Hijo de esta tierra

lunes, 16 de enero de 2012

Habría que crear imágenes inaceptables

"Hay que despertar a la gente. Sacudir su manera de identificar las cosas. Habría que crear imágenes inaceptables. Que la gente eche espumarajos de rabia. Hay que obligarlos a comprender que viven en un mundo muy raro. Un mundo que no es nada tranquilizador. Un mundo que no es como ellos creen".


PABLO PICASSO

domingo, 1 de enero de 2012

VERDE DOLOR


 
Con el verde dolor de la gracia inmadura
bajo la espesa lluvia que me agota los ojos,
tanteo la espesura del bosque innumerado
que tiene a Dios de fondo.
Las sombras recaladas del alma y la espesura
giran perversamente, como un huso, y el loco
pensamiento se eleva y se fatiga: se retuerce
en hilillos de polvo.
(Aromas golpeados por la lluvia
rompen mi soledad en torno).

¡Cómo cuesta subir con esperanzas rotas
esta cuesta de Dios! El pecho, solo,
jadea; la memoria se hostiga y se me atora,
trabada en la espesura del bosque sin contornos.

¡Oh Dios, el siempre Dios, el siempre lejos,
el siempre deseado por incansables ojos,
y el siempre más brillante y más oculto,
y el siempre más dolor, y siempre pozo
de opacas claridades!...
No me sirve
llorarte y desearte con las pálidas hambres de mi rostro.

¿Qué harás de mi, que me persigues
y aunque te busco no te logro?
Eres verdad. Entrégate sin armas
o hazme robusto. Entrégate a mis ojos,
¿Qué harás de mí, que me has dejado
tan desoladamente solo?

No tengo amigos, Dios, no tengo amigos;
sólo me quedas Tú, mi Dios remoto,
Dios en el corazón haciendo ausencias,
Dios que me llama, a quien respondo
con el verde dolor de la gracia inmadura,
bajo la espesa lluvia que me agota los ojos.


Jesús Tomé, Mientras amanece Dios

viernes, 2 de diciembre de 2011

CARMELO ARRIBA


Yo no tengo una luz, y voy andando
detrás de mucha sombra, que me guía,
mientras llevan mis pies un peso ajeno,
hacia toda la tarde, monte arriba.
Se hace opaca la luz del sol, y el aire
tiene un olor a lluvia presentida,
ya casi puesta en orden de batalla
sobre la mansa cumbre que se inclina
para verter su niebla sobre el valle
donde el futuro río se desliza.

Y están brotando ahora, casi a ciegas,
no sé qué destrozadas melodías
como tiernos cristales que se rompen
detrás de mucho ruido: la llovizna
se tiende monte abajo, entumeciendo
la carne de los brezos que vacilan.

Repasa un viento frío el alma toda
y espolvorea mi ceniza,
desnudando el rescoldo
de un antiguo dolor en carne viva.

Yo no tengo una luz. Y sin embargo,
ya me llegan las aguas, ya crepitan
las brasas dolorosas, mientras hierven
los repechos. La niebla humedecida
me ha vendado el dolor tan suavemente
como una gasa que me cauteriza.

Asciendo alucinado entre la lluvia,
Las aguas en los párpados gravitan
haciéndome cegar y ver tan sólo
cuál se van apagando mis heridas.

Está lloviendo Dios, está lloviendo
y humedeciendo las raíces íntimas,
empujando, despacio, por mis venas
el alma de las nubes exprimidas
que va destituyéndome la sangre
triste y enajenándola en sí misma,
despejando mil cosas que en el alma
como un dolor en punta me dolían...

¡Qué lenidad las aguas resbaladas
sobre la piel del alma! ¡Qué caricia
su roce al desprenderse y al prenderse
de nuevo, sin tensión, escurridizas!
Ya me siento reír a borbotones
por todas las heridas,
por este cardenal que golpe a golpe,
han hecho de mi espíritu los días..
Ya me siento reír...

                          Me va invadiendo
el gozo de encontrarme ya en la cima
con todas las tristezas apagadas,
empapado de Dios y de alegría.


Jesús Tome, Mientras amanece Dios

jueves, 1 de diciembre de 2011

ORACIÓN DESDE AQUÍ

Y sin embargo, sé que te he negado
en muchas horas; sé que todavía
te he de negar quizás y que tu sombra
me habrá de vigilar desde la altura.

Tal vez sea mi carne y la de otros,
hilada en el tejido de los sueños,
menos que sombra, acaso sólo eso:
fantástico deseo impronunciable.

Nosotros los cargados de preguntas,
los padecidos de preguntas y sueño,
tal vez no merezcamos tu presencia
final, tras la jornada que termina.

Baja la luz es ya, y en el poniente,
alguien contempla una figura noble
que protectora alarga sus dos brazos
hacia nosotros; otros ciegos miran
y nada ven, y acaso aman más hondo.

Pasan los años fatigados, lentos
como bueyes en campos amarillos,
y en la llanura inmensa que se alarga
crepuscular, aún no sabemos
si toda labor ha sido inútil.

Y acaso así sea; y acaso sea
necesario que tal consideremos
nuestro vivir, por merecer un día,
tras la fatiga entre la mar del odio
y la vacilación de Ti, mirarte
surgir en medio de las olas.


Carlos Bousoño, Noche de sentido. 

miércoles, 30 de noviembre de 2011

SALMO INICIAL


(Parte primera del poema)

Señor, no estás conmigo aunque te nombre siempre.
Estás allá, entre nubes, donde mi voz no alcanza,
y si a veces resurges, como el sol tras la lluvia,
hay noches en que apenas logro pensar que existes.
Eres una ciudad detrás de las montañas.
Eres un mar lejano que a veces no se oye.
No estás dentro de mí. Siento tu negro hueco
devorando mi entraña, como una hambrienta boca.
Y por eso le nombro, Señor, constantemente,
y por eso refiero las cosas a tu nombre,
dándoles latitud y longitud de Ti.
Si estuvieras conmigo yo hablaría de cosas,
del cielo, de la brisa, del amor y la pena.
Como un feliz amante que dice solo: «Mira
qué pájaro, qué rosa, qué sol, qué tarde clara»,
y vierte así en la luz de los nombres su amor.
Pero no. Tú me faltas. Y te nombro por eso.
Te persigo en el bosque detrás de cada tronco.
Te busco por el fondo de las aguas sin luz.
¡Oh cosas, apartaos, dadme ya su presencia
que tenéis escondida en vuestro oscuro seno!
Marcado por tu hierro vago por las llanuras
abandonado, inútil, como una oveja sola...
Hombre de Dios me llamo. Pero sin Dios estoy.



José María Valverde. Hombre de Dios.

martes, 29 de noviembre de 2011

DIOS EN LA PIEDRA


Cuando mis manos tocan
la roca dura y ciega
te siento en mí, Señor,
toco tu permanencia
y ya no dudo más
de que en el mundo seas.

Más que palpar, me mojo
la mano en una brecha
de tu carne, en tu fría
presencia, verdadera ...

Pero ¿te tengo, Dios?
¿Eres sólo materia?
¿Será tu cuerpo eterno
esta lívida piedra? ...

Ha llegado un temblor
sin luz, como la niebla.
Siento que vibra. Hondas
ráfagas me golpean ...

¡El tiempo!... Es lo que late,
rompe la permanencia
y todo se encamina
a su forma perfecta.

Señor: ahora te toco,
te toco, sí. Me quemas

José Luis Hidalgo, Los muertos

lunes, 28 de noviembre de 2011

PREGUNTA

Señor, si no eres carne, ¿qué te has hecho,
para que yo creciera en tus entrañas
igual que un hijo tuyo, padre y madre
en este barro mortal que hacia Ti clama?

Y si Tú eres, Señor, tan sólo un sueño
que de mi ser humano se levanta,
¿por qué ahora la triste carne mía
no es el Dios infinito que soñara?

José Luis Hidalgo, Los muertos.

domingo, 27 de noviembre de 2011

¿EXISTES? ¿NO EXISTES?


¿Estás? ¿No estás? Lo ignoro; sí, lo ignoro.
  Que estés, yo lo deseo intensamente.
Yo lo pido, lo rezo. ¿A quién? No sé
¿A quién? ¿a quién? Problema es infinito.

¿A ti? ¿Pues cómo, si no sé si existes?
  Te estoy amando, sin poder saberlo.
Simple, te estoy rezando; y sólo flota
en mi mente un enorme «Nada» absurdo.

Si es que tú no eres, ¿qué podrás decirme?
¡Ah!, me toca ignorar, no hay día claro;
la pregunta se hereda, noche a noche:
mi sueño es desear, buscar sin nada.

Me lo rezo a mi mismo: busco, busco.
  Vana ilusión buscar tu gran belleza.
Siempre necio creer en mi cerebro:
no me llega más dato que la duda.

¿Quizá tú eres visible? ¿O quizá sólo
serás visible, a inmensidad soberbia?
¿Serás quizá materia al infinito,
de cósmica sustancia difundida?

¿Hallaré tu existir si intento, atónito,
encontrarte a mi ver, o en lejanía?
La mayor amplitud, cual ser inmenso,
buscaré donde el mundo me responda.

II
¿Pedir sólo lo inmenso conocido?
¿Pedir o preguntar al Universo?
No al universo de la tierra nuestra,
bajo, insensible, monstruoso, duro;

sí al Universo enorme, ya sin límites,
con planetas, los astros, las galaxias:
tal un dios material, flotando luces
en billones de años, sin fronteras.

Allí hay humanidades infinitas;
las llamo tal, mas son de extrañas formas:
nada igual a los hombres de esta tierra,
que aquí lloramos nuestra vida inmunda.

¡Extremado universo, inmenso, hermoso!
Con eterna amplitud, materias cósmicas,
avanzan infinitas las galaxias,
nebulosas: son gas, sólidas, líquidas.

III
Inmensidad, cierto es.
Mas yo no quiero
inmensidad-materia; otra es la mía,
inmateria que exista ( ¡ay, si no existe! ),
eterna, de omnisciencia, omnipotente.

No material, ¿pues que? Te llamo espíritu
( porque en mi vida espíritu es lo sumo ).
Yo ignoro si es que existes; y si espíritu.
Yo, sin saber, te adoro, te deseo.

esto es máximo amor; mi amor te inunda;
el alma se me irradia en adorarte;
mi vida es tuya sólo ( ¿ya no dudo? ).
Amor, no sé si existes. Tuyo, te amo.

sábado, 26 de noviembre de 2011

MISERICORDIA

Pero a ti, que no estás
ni sé quien eres:
misericordia.

Hasta el sueño
lucho contra el sueño,
porque no puedo relevarte.

                                               (Cuando
regresa el día
están las cosas
en su lugar de siempre
más ocultas)

Con los ojos abiertos
como un muerto.
ciegos y abiertos,
te señalo.

                   Dime
quién eres,
desde cuando,
existes,
por qué te niego
y creo.
             Creo.

Entre verdad y sueño,
agudo el filo
que separa la vida.
¿De qué lado estás tú?
Descubre el brazo
que me hiere. Ten
misericordia.


José Ángel Valente. Punto cero.

viernes, 25 de noviembre de 2011

A CRISTO CRUCIFICADO


Tú me ofreces la vida con tu muerte
y esa vida sin Ti yo no la quiero;
porque lo que yo espero, y desespero,
es otra vida en la que pueda verte.
Tú crees en mí. Yo a Ti, para creerte,
tendría que morirme lo primero;
morir en Ti, porque si en Ti no muero
no podría encontrarme sin perderte.
Que de tanto temer que te he perdido,
al cabo, ya no sé qué estoy temiendo:
porque de Ti y de mí me siento huido.
Mas con tanto dolor, que estoy sintiendo,
por ese amor con el que me has herido,
que vivo en Ti cuando me estoy muriendo.

José Bergamín

jueves, 24 de noviembre de 2011

ODA A LA CENIZA


ODA EN LA CENIZA

Una vez más. Las olas, los sucesos,
la menuda porfía que horada
la granítica realidad, el inmóvil
bloque donde los tiempos
giran como un águila
aciaga.
            Cada minuto el mundo es otro,
otra la muerte,
otro el desdén, la diurna aparición del entusiasmo,
el radical sentido.
                                    Perdemos suelo,
firme contacto, asidero de sombras. Dame
la mano, álzame, tocaría
acaso la sublime
agarradera sin ceniza, la elevada
roca, el alto asiento
del resplandor, la puerta que no gira
ni se abre, ni cierra, el último
fundamento del agua, de la sed, de los aires
diáfanos,
del barro mísero donde el ardor se quema
como un ascua. Oh tentación de ser
en la portentosa verdad,
en el irradiante espacio, estallido de veneración
más allá del respeto
sombrío. Oh calcinante
idealidad sagrada que no arde ni quema
en la deslumbradora invisibilidad, en la increíble
fuerza del mundo. Oh témpano de oceánico ardor
donde el cansancio
puede brillar y la queja
abrasar y ser otra, y el hombre apetecer y saciarse
en el alimento continuo.
                                    Oh desaliento
del desconocer, hambrear, consumirse,
centro del hombre.
                                    Tú, mi compañero,
triste de acontecer,
tú, que como yo mismo ansías lo que ignoras, y tienes lo que
           acaso no sabes,
dame la mano en la desolación,
dame la mano en la incredulidad y en el viento,
dame la mano en el arruinado sollozo, en el lóbrego cántico.
Dame la mano para creer, puesto que tú lo sabes,
dame la mano para existir, puesto que sombra eres y ceniza,
dame la mano hacia arriba, hacia el vertical puerto, hacia la
           cresta súbita.
Ayúdame a subir, puesto que no es posible la llegada,
el arribo, el encuentro.
Ayúdame a subir puesto que caes, puesto que acaso
todo es posible en la imposibilidad,
puesto que tal vez falta muy poco para alcanzar la sed,
muy poco para coronar el abismo,
el talud hacia el trueno
la pared vertical de la duda,
el terraplén del miedo.
                                    oh dame
la mano porque falta muy poco
para saltar al regocijo
muy poco para el absoluto reír y el descanso,
muy poco para la amistad sempiterna.
                                                            Dame la mano
tú que como yo mismo ansías lo que ignoras y tienes lo que
           acaso no sabes,
dame la mano hacia la inmensa flor que gira en la felicidad,
dame la mano hacia la felicidad olorosa que embriaga,
dame la mano y no me dejes caer,
como tú mismo,
como yo mismo,
en el hueco atroz de las sombras.


Carlos Bousoño, Oda a la ceniza

miércoles, 23 de noviembre de 2011

CAE LA NOCHE


Cae la noche.
                   El corazón desciende
infinitos peldaños,
enormes galerías,
hasta encontrar la pena.
Allí descansa, yace,
allí, vencido,
yace su propio ser.

                    El hombre puede
cargarlo a sus espaldas
para ascender de nuevo
hacia la luz penosamente:
puede caminar para siempre,
caminar...
                     ¡Tú que puedes,
danos nuestra resurrección de cada día!


José Ángel Valente, Poemas a Lázaro

martes, 22 de noviembre de 2011

TRISTEZA


Tal vez el mundo sea bello,
cuando el sol claro lo ilumina,
pero yo sé que hay hombres tristes
como la lluvia gris y fría.

Yo sé que hay hombres sobre cuyas almas
pasó de Dios quizá la sombra un día.
Pasó, y hoy queda sólo ausencia
en donde la tristeza brilla.

Hombres tristes en todos los caminos
con la tristeza pensativa.

Tal vez la aurora sea pura,
el aire delicado, claro el día.
Mas muchos hombres hay como la lluvia
oscura e infinita.

Escúchame, Señor. Mi voz hoy sólo
tiene palabras de melancolía.
Sobre la tarde inmensa cae la lluvia
monótona,  fría.

Carlos Bousoño, Subida al amor.

lunes, 21 de noviembre de 2011

NOCHE PRIMERA


Empuja el corazón,
quiébralo, ciégalo,
hasta que nazca en él
el poderoso vacío
de lo que nunca podrás nombrar.

Sé, al menos,
su inminencia
y quebrantado hueso
de su proximidad.

Que se haga noche. (Piedra,
nocturna piedra sola.)

Alza entonces la súplica:
que la palabra sea sólo verdad.

José Ángel Valente, Poemas a Lázaro.

domingo, 20 de noviembre de 2011

YO QUIERO SER EL ÁRBOL


Siniestra es la raíz del Luzbel de mi carne
y sombría la estrella de tu sabiduría.
Ocultos son los fuegos, Señor, donde consumes
este tallo desnudo que es apenas mi vida.
Negra luz de la tierra, roja luz de tus ojos,
iguales son las llamas por tu mano blandidas,
fulgiendo en este páramo donde habitamos tristes,
soplados por el viento de tu luz ofendida.
Restitúyeme puro a esta tierra que piso
o dame la luz alta que en las estrellas brilla.
Yo quiero ser el Árbol, quiero tener mis frutos.
la tierra, el mar, el cielo, la eternidad perdida.

José Luis Hidalgo, Los muertos

miércoles, 9 de noviembre de 2011

DESTINO ALEGRE



Nos han abandonado en medio del camino.
Entre la luz íbamos ciegos.
Somos aves de paso, nubes altas de estío,
vagabundos eternos.
Mala gente que pasa cantando por los campos.
Aunque el camino es áspero y son duros los tiempos,
cantamos con el alma. Y no hay Un hombre solo
que comprenda la viva razón del canto nuestro.
             
Vivimos y morimos muertes y vidas de otros.
Sobre nuestras espaldas pesan mucho los muertos.
Su hondo grito nos pide que muramos un poco,
como murieron todos ellos,
que vivamos deprisa, quemando locamente
la vida que ellos no vivieron.
Ríos furiosos, ríos turbios, ríos veloces,
(Pero nadie nos mide lo hondo, sino lo estrecho.)
Mordemos las orillas, derribamos los puentes.
Dicen que vamos ciegos.
             
Pero vivimos. Llevan nuestras aguas la esencia
de las muertes y vidas de vivos y de muertos.
Ya veis si es bien alegre saber a ciencia cierta
que hemos nacido para eso.

José Hierro, Nosotros

martes, 8 de noviembre de 2011

LLEVAS MÁS QUE MI MUERTE, CUERPO MÍO

Llevas más que mi muerte, cuerpo mío:
no te puedo perder... Mi vida llevas,
y no es sólo una sombra la que elevas
dibujada en la sombra, ni es el rocío
lo que hay en mi mirada más sombrío...

Versos del soneto "Libre más que mi cuerpo", de Leopoldo Panero,
en su libro Siete poemas.

lunes, 7 de noviembre de 2011

EL MUERTO


Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca.

Yo lo veo muy claro en mi noche completa.
Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la yerba que encima de mí balancea su fresca verdura.
Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo que pisan los vivos
será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo una vez hice un ramo con ellas.
Puede ser que después arrojara las flores al agua,
puede ser que le diera las flores a un niño pequeño,
que llenara de flores alguna cabeza que ya no recuerdo,
que a mi madre llevara las flores;
yo querría poner primavera en sus manos.)

¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado  una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.

Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.

José Hierro, Alegría

domingo, 6 de noviembre de 2011

SOLITARIOS Y MÍSTICOS YA HABLARON DE LO OSCURO

Solitarios y místicos ya hablaron de lo oscuro
entreabierto en la luz. Había un breve hueco
del que fluía la música, un transparente y puro
sonido de campana en el vacío seco.
Luego, una voz sin voz, humana y deshumana
figura, os alejaba del sordo griterío,
del mundo abandonando en la última mañana
y os conducía al dintel divinal y vacío.
Detrás, verde y umbroso, el cauce del Olvido
y la pesada barca amarrada a la orilla.
Después, perfecto caos, turbión incontenido
absorbiendo a las almas allá en donde brilla
toda luz, la Luz, océano redondo
o esfera muy deshecha en esferas que van
reuniendo el bien de arriba y el mal de lo hondo.
También en el misterio del más allá están
luchando los opuestos sin fundirse en ninguno.
Círculos en lo blanco, universos de fuego
que enamoran o abrasan sin que logre el uno
fecundarse en el otro para que brote luego.

Antonio Colinas, Noche más allá de la noche

sábado, 5 de noviembre de 2011

LA RESPUESTA DE DIOS

No sé
si Dios es oscuridad o claridad.
Si es la luz de una estrella que me guía
en la fría noche fría
o el cielo radiante después de la tempestad.

Tampoco sé
si Dios es el silencio o la palabra,
la noche o el día
la paz ansiada o la guerra siempre sin final
que entre los hombres se labra.

Nada saber
es saberlo todo y oír en la inmensidad
la voz de un Dios que se calla.
Vivo a la sombra del árbol del mundo
a la espera de la gran claridad.
Y solo en su silencio que Dios habla
y dice todo.
Y en la aurora que rasga todo el día
y por todo el universo se irradia
está su respuesta de Dios mudo.

viernes, 4 de noviembre de 2011

NOCHE MÍA

Toda la noche cerrada,
volcada. Foscas, bruñidas
las paredes. Se resbalan
torpes las estrellas fijas.
Sin un resquicio, la noche
campana muerta, caída.
La viva voz, por la tierra,
de la alta noche, extinguida.
Parado campo. No mientas,
noche, noche. Muda, fría,
volteas, doblas sin habla
y calladamente giras.
Todo es signo. Suavemente
hasta quedar detenida,
la noche persiste. Abismos.
Luz y sombra. Planos. Vida.
El alma ya no se siente.
Se siente todo. Inaudita
pasión. Dime tú, ¿morir
será hacer la noche mía?
Entonces morir. Muriendo,
noche, te siento. ¡Divina
realidad! Tú suenas, tú
eres, tú. mi vida es mía.

Vicente Aleixandre. Poemas varios.

jueves, 3 de noviembre de 2011

MUERTE




Señor, lo tienes todo: una zona sombría
y otra de luz, celeste y clara.
Mas, dime Tú, Señor, ¿los que se han muerto,
es la noche o el día lo que alcanzan?

Somos tus hijos, sí, los que naciste,
los que, desnudos en su carne humana,
nos ofrecemos, como tristes campos,
al odio o al amor de tus dos garras.

Un terrible fragor de lucha, siempre
nos suena, oscuramente, en las entrañas,
porque, en ellas, Tú luchas sin vencerte,
dejándonos su tierra ensangrentada.

Dime, dime, Señor, ¿por qué a nosotros
nos elegiste para tu batalla?
Y después, con la muerte, ¿qué ganamos,
la eterna paz o la eterna borrasca?

José Luis Hidalgo, Los muertos.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

AL HOMBRE


¿ Por qué protestas, hijo de la luz,
humano que transitorio en la tierra,
redimes por un instante tu materia sin vida?
¿De dónde vienes, mortal que del barro has llegado
para un momento brillar y regresar después a tu apagada patria?
Si un soplo. arcilla infinita, erige tu vacilante forma
y calidad de dios tomas en préstamo,
no, no desafíes cara a cara a ese sol poderoso que fulge
y compasivo te presta cabellera de fuego.
Por un soplo celeste redimido un  instante,
alzas tu incandescencia temporal a los seres.
Hete aquí luminoso, juvenil, perennal a los aires.
Tu planta pisa el barro del que ya eres distinto.
¡Oh, cuán engañoso, hermoso humano que con testa de oro
el sol piadoso ha coronado tu frente!
¡Cuán soberbia tu masa corporal, diferente sobre la tierra madre
que cual perla te brinda!
Mas mira, mira que hoy, ahora mismo, el sol declina tristemente en los montes.
Míralo rematar ya de pálidas luces,
de tristes besos cenizosos de ocaso
tu frente oscura. Mira tu cuerpo extinto cómo acaba en la noche.
Regresa tú, mortal, humilde, pura arcilla apagada,
a tu certera patria que tu pie sometía.
He aquí la inmensa madre que de ti no es distinta.
Y, barro tú en el barro, totalmente perdura.

Vicente Aleixandre, Sombra del paraíso

martes, 1 de noviembre de 2011

HOMBRE


Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.

Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.

Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser —y no ser— eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!

Blas de Otero, Ángel fieramente humano

domingo, 30 de octubre de 2011

LLEGA LA NOCHE

Señor: si Tú me dejas me moriré contigo
pisando largamente la tierra en que te aguardo.
Me iré entre los jirones de esta divina herida
por la que, a borbotones, nos vamos desangrando.

Nada, nada me queda. Apenas sobre el cuerpo
tengo un poco de vida, si es que el vivir es algo,
y mis ojos se abren a tu celeste brillo
donde, como en un agua, te siento reflejado.

¡Qué rojo estás Dios mío! Dentro de mí te siento
como una savia ardiente, como un inmenso pájaro;
como si atardeciere por Ti voy hacia todo,
me pierdo en esa sangre celeste de tu ocaso.

Morir, morir… Acércate. La noche nos apresa
con su espesa dulzura tendida sobre el campo.
Señor: nos hemos muerto sobre la tierra negra.

Señor: ya eternamente nos hemos acabado.


José Luis Hidalgo, Los muertos.

sábado, 29 de octubre de 2011

PRECIO DE LA VERDAD


... versos finales de
PRECIO DE LA VERDAD


.
.
.

Es necesario haberse entendido con la malhechora verdad
que nos asalta en plena noche y nos devela de pronto y nos roba
hasta el último céntimo. Haber mendigado después largos días
por los barrios más bajos de uno mismo, sin esperanza de recuperar lo perdido,
y al fin, desposeídos, haber continuado el camino sincero y entrado en la noche
          absoluta con valor todavía.

Carlos Bousoño, Oda a la ceniza

viernes, 28 de octubre de 2011

ANGUSTIA

La angustia nos domina como un dueño
que aceptas sis querer. Si te rebelas,
amenaza con el látigo de las lágrimas.

Profunda, delicada, sensitiva,
por médanos sin júbilos se extiende
o disecados ríos de alegría.

Concitemos valor y descendamos
al foso donde muera o se desangre
esa angustia que ronda las pisadas.

Liberados de la pena, resurrectos,
de maldiciones libres, sólo vivos,
subamos a la almena que ilumina.


Concha Zardoya, No llega a ser ceniza lo que arde.

jueves, 27 de octubre de 2011

NUNCA PODRÁS, DOLOR, ACORRALARME


Nunca podrás, dolor, acorralarme.
Podrás alzar mis ojos hacia el llanto,
secar mi lengua, amordazar mi canto,
sajar mi corazón y desguazarme.

Podrás entre tus rejas encerrarme,
destruir los castillos que levanto,
ungir todas mis horas con tu espanto.
Pero nunca podrás acobardarme.

Puedo amar en el potro de tortura.
Puedo reír cosido por tus lanzas.
Puedo ver en la oscura noche oscura.

Llego, dolor, a donde tú no alcanzas.
Yo decido mi sangre y su espesura.
Yo soy el dueño de mis esperanzas.

José Luís Martín Descalzo, El testamento del pájaro solitario.

miércoles, 26 de octubre de 2011

LA NUEVA MIRADA



Dame la mano, sufrimiento, dolor, mi viejo amigo.
Dame la mano una vez más y sé otra vez mi compañero,
como lo fuiste tantas veces en el oscuro atardecer.
Cruzaban las gaviotas sobre el cielo,
se ennegrecía el mar con la tormenta próxima.
Dame la mano una vez más, pues ahora sé
lo que entonces no supe. Sé recibirte sin rencor
ni reproche. Acepto tu visita oscura.

Es en mis ojos, sufrimiento, dolor,
donde laboras tu más fino quehacer,
donde ejercitas tu destreza, tu habilidadde orfebre
sin par. Allí
depositas al fin tu redención, pones como sobre un altar,
con delicadeza extremada,
tu hechura exquisita, y alzas, en medio de la noche, el milagro
lentamente a los cielos, la joya finísima,
el espectáculo de oro,
trabajado sin prisa, acumulada realidad que acomodas después
a mi nueva mirada.
Y es así como ahora, tras tu trabajo en la honda cueva,
en la recóndita guarida donde yo padecí tu febril creación,
es así como ahora
puedo mirar,
tras el mundo habitual, un mundo ardiente.

Arden las llamas de color tras el gris habitual,
tras de la oscuridad se encarniza la luz, se redondea el rosa,
esplende el animado carmín,
y todavía más allá, tras la trascendida apariencia, se ve
de otro modo, trasparentándose hacia una eternidad,
un país nuevo.
Un país nuevo, inmóvil en la luz,
tras de la oscuridad de mi agitada noche.


Carlos Bousoño, Las monedas contra la losa.