en muchas horas; sé que todavía
te he de negar quizás y que tu sombra
me habrá de vigilar desde la altura.
Tal vez sea mi carne y la de otros,
hilada en el tejido de los sueños,
menos que sombra, acaso sólo eso:
fantástico deseo impronunciable.
Nosotros los cargados de preguntas,
los padecidos de preguntas y sueño,
tal vez no merezcamos tu presencia
final, tras la jornada que termina.
Baja la luz es ya, y en el poniente,
alguien contempla una figura noble
que protectora alarga sus dos brazos
hacia nosotros; otros ciegos miran
y nada ven, y acaso aman más hondo.
Pasan los años fatigados, lentos
como bueyes en campos amarillos,
y en la llanura inmensa que se alarga
crepuscular, aún no sabemos
si toda labor ha sido inútil.
Y acaso así sea; y acaso sea
necesario que tal consideremos
nuestro vivir, por merecer un día,
tras la fatiga entre la mar del odio
y la vacilación de Ti, mirarte
surgir en medio de las olas.
Carlos Bousoño, Noche de sentido.