jueves, 29 de marzo de 2012

QUIZÁS MAÑANA


Quizá mañana

Sí, quizá mañana;
quizá mañana, y ahora estoy tan tranquilo,
y ahora respiro como debajo de un sudario,
y ahora estoy escribiendo palabras oscuras,
debajo de las estrellas, iluminado sólo por mi alma.

Quizá mañana mismo transcurriré hacia Tu espíritu,
y ahora, como el que acaba del volver la ultima página de un libro amado,
siento que hay algo que continúa,
siento que es imposible que termine de este modo
- parándose las cosas, interrumpiéndose las manos -
y quizá mañana a mi casa por la noche,
y todo quizá mañana será diferente,
y habré cambiado para siempre de sitio,
y las horas, como una caricia interminable, como si se abrieran lentamente las puertas,
tornan ligeramente desde lo más olvidado,
regresan desde lo invisible,
a posarse sobre este papel donde escribo,
y quizá la postrer palabra no llegue a rozar su blancura.

Sí, quizá mañana,
quizá mañana mismo me tenderé hacia Tus manos, Padre mío,
me tenderé temblando, adivinándome en Tu alma,
y ahora vivo yo libre al borde de Tu voluntad
abandonado a ella hasta la raíz de mis cabellos,
vibrando entre lo invisible y lo que toco con mis manos,
palpitando entre la esperanza y el recuerdo,
y miro a mi alrededor para cerciorarme de que vivo,
para olvidarme de que vivo, desprendido del todo entre Tus brazos.

Y sé que quizá mañana quedaré tendido en Tu memoria,
y escarbarás en mis maldades, y tomarás a peso mi alma,
y estoy temblando en tu balanza, estoy temblando ahora mismo, temblando fríamente,
y quizá mañana seré otro, y no sé dónde, y mi alma tiembla,
porque sé que es verdad, que quizá mañana me preguntarás, Padre mío,
y estoy trabajando de noche, oscuramente trabajando
para ser más secreto, para medir con mis pies las montañas, esperando tu Profecía,
y las palabras me responden oscuramente, como si algo muy profundo estuviera vibrando,
y voy vertiendo mi corazón, naciendo desde mis raíces,
y quizá mañana todo habrá cambiado, todo será como una casa abandonada,
llena de mujeres llorosas, y abre pasado por sus puertas,
quizá mañana mismo habré pasado, habré pasado, habré pasado por el orificio de una aguja,
quizá mañana mismo habré pasado,
quizá mañana la hora que está ya viva en el futuro,
la hora que cuelga como una lámpara tenuemente velada cada día,
la hora de que esta sed naciera, de que este amor bajara de las estrellas de una noche,
la hora de esta claridad que está sonando dulcemente en mi alma.

Leopoldo Panero. Antologado en En lo oscuro
Cátedra. 2011.