jueves, 22 de marzo de 2012

CIUDAD SIN NOMBRE


Como en una ciudad sin nombre,
mi corazón va pensando y amando.
Estoy triste y busco la causa de mi tristeza.
Quiero saber por qué es tan dulce tu palidez, amiga mía.
Por qué, como nieve en el lago, es tan hermosa tu mirada.
Por qué me acuerdo de tus ojos si no te he conocido nunca.
Por qué te quiero si no existes.

Recuedo vagamente los días juveniles,
cuando la muerte daba a mis pasos una sombra alegre,
cuando mis lágrimas tenían un saber semejante a la dicha,
cuando apoyado tan temprano en el umbral de mi dolor,
aspiraba a la hermosura que venía de no sé donde,
como un caballo al galope sobre la llanura silenciosa de mi corazón,
y piafándome, arrancándoseme de la mano que acariciaba su leve torso de paloma,
escapaba no sé hacia dónde tampoco,
alejándose siempre más de mi alma.

¡Ah, quien pudiera todavía,
ahora, todavía, en este momento de dolor,
oír el susurro leve de aquel golpe ávido,
resonando a la orilla del río,
al pie de las murallas dolorosas y grises,
entre los chopos que latían junto al roce del agua!

¡Quién pudiera, sobre su lomo plateado,
apartarse de ti para siempre, tristeza mia,
olvidarse de ti para siempre, ciudad hermosa y quieta, tristeza mía!

Leopoldo Panero.
Recogido en En la sombra

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todos los comentarios serán moderados. No se admiten anónimos.