para que yo creciera en tus entrañas
igual que un hijo tuyo, padre y madre
en este barro mortal que hacia Ti clama?
Y si Tú eres, Señor, tan sólo un sueño
que de mi ser humano se levanta,
¿por qué ahora la triste carne mía
no es el Dios infinito que soñara?
José Luis Hidalgo, Los muertos.
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